Viendo a la Selección Argentina en su apurado empate con México en Dallas, recordé a Alejandro Sabella y sus luchas para mantener el equipo en equilibrio. En aquellos no muy lejanos tiempos, discutíamos sobre la virtud o el defecto de poner a los 4 –Messi, Agüero, Higuaín y Di María– y la palabra que siempre daba vueltas era “Equilibrio”. Falsamente, se piensa en el equilibrio como una cuestión sólo defensiva, se cree que equilibrarse es “meter el equipo atrás”. Equilibrarse es llegar con asiduidad al arco rival y que no lleguen con la misma frecuencia al propio. Ni mas ni menos que eso. Cuando uno ve que un equipo tiene una amplia diferencia de goles, es porque es equilibrado. Y la escala se reduce en la medida en que se reducen los goles a favor o aumentan los goles en contra.
Sabella tuvo una lucha interna muy fuerte, entre lo que Messi y sus amigos querían –jugar todos juntos, aún a costa de ciertos desacoples– y lo que el DT subcampeón del mundo crea que debía ser un equipo de futbol. Cuando jugaban los cuatro, el equipo quedaba partido. Era muy vertical, casi no tenía posesión y los regresos eran para apagar incendios. Recordemos que en esos tiempos, no estaba Biglia y el acompañante de Mascherano — como anoche– fue Fernando Gago. El exquisito volante de Boca nunca fue un virtuoso de la marca, aunque cuando jugaba “de cinco” alguna que otra pelota quitaba. Después de su paso por la Roma, Gago se convirtió en un volante interior y la marca quedó para otra ocasión. Entonces, Sabella tenia un cuadro con cuatro tipos que iban como rayos hacia arriba, dos volantes centrales con cierto orden pero poca recuperación y cuatro defensores, de los cuales dos –Zabaleta y Rojo– pasaban más tiempo trepando por la banda que defendiendo. No soy afecto a las estadísticas, pero creo recordar que cuando los partidos estaban resueltos o alguno de “los 4” pedía el cambio, jamás entraba un delantero, sino un volante. Y la mayor parte de las veces, ese volante era de recuperación. Todavía no se había afirmado Biglia (gran ausente en la noche de Dallas), pero cuando el rubio de la Lazio entraba, las cosas se acomodaban. En el Mundial, debido al bajón de Gago y al crecimiento de Biglia, las cosas cambiaron. Biglia equilibra la balanza, cubre a los laterales que se van, se pone codo a codo con Mascherano para aguantar a los volantes rivales y, llegado el caso, es un excelente asistente de Garay – Otamendi.
El peor defecto fue el tremendo desequilibrio que tuvo el equipo. Es cierto que los estilos del Tata y Sabella son diferentes. Hay una base armada por Pachorra, pero Martino está intentando jugar de un modo diferente. Alguno podrá decir “con Sabella también estábamos desequilibrados” y tendrá razón. Pero aquí hay diferencias fundamentales entre los dos últimos entrenadores nacionales.
Sabella sufría con la descompensación, no la quería. La toleraba porque era una manera de no prescindir de los cuatro futbolistas mas importantes del equipo. Pero no la quería. Seguramente, Martino tampoco la quiere y sufre, pero en su ideario, el desequilibrio es “tomar riesgos”, “cuando uno ataca como ataca Argentina, es lógico que tengamos algún sofocón”. O sea, que Argentina juegue como juega es un riesgo que el DT decidió tomar, apostando a la gran capacidad de posesión del equipo. En el partido contra México, el equipo quedó partido en dos y tres pedazos porque se apuró mucho en ataque y fue lento en el retroceso. En este segundo punto, habría que resaltar la velocidad del contraataque mexicano. El zurdo Guardado tiene un guante en su pie y Chicharito Hernández estuvo rápido y atento.
A la pasada, mencionamos algo sobre el apuro del equipo. Y está directamente vinculado a cuestiones individuales. Angelito Correa es un diamante en bruto al que Simeone en el Aleti y Martino en la Selección deberán pulir. Es un futbolista de enormes condiciones, capaz de sortear rivales como un chico saltando charcos de agua, pero perdió dos goles por elegir mal la definición. Le faltó temple en el momento final. Eso se lo darán los años, pero es una de las explicaciones posibles de por qué Argentina no pudo convertir un gol hasta que el Kun Agüero entró a la cancha. Ese vértigo de Correa no fue bueno para el ataque argentino porque pocas veces tomó la decisión correcta. Uno podría aquí hablar de la poca participación de Tevez en el partido y tendrá razón. Carlitos sigue sin encontrar su lugar en el equipo, sigue sin ser “socio de Messi” –el “socio de Messi” es el Kun hace como diez años, pero algunos no lo entienden– y aquí hay otro punto que Sabella, en su momento, tuvo muy en cuenta. Carlitos, al igual que Messi, está acostumbrado a ser el As de Espadas. El Kun sabe que es el As de Bastos y que el de Espadas es Messi. Entonces, se complementan. Se lo vio a Tevez bajar a pedir la pelota y no recibirla, porque en esas zonas el que la recibe es Leo. Carlitos está acostumbrado a que en Juventus y, más aún, en Boca, es la aduana por la que pasa todo. En la Selección no es así. Esa función es de Messi. Tevez queda relegado al lugar de un actor de reparto. Y es ahí donde se pierde, deambula, intentando alguna que otra pared, dando algún que otro pase, pateando alguno que otro tiro al arco. Si ustedes preguntan “¿Para qué sirvió este amistoso?”, una de las respuestas podría ser “para entender que el delantero central del equipo es Agüero y no Tevez y que Martino deberá elegir a uno de los dos, salvo un brusco cambio de esquema”.
Quedó muy claro, entonces, que la Selección Argentina tiene un equipo titular y que, por ende, la formación de Dallas tuvo muchos “suplentes”. Guzmán, Roncaglia, Demichelis, Gago, Banega, Correa y Tevez no son del elenco estable. Si mañana hubiera un partido por Eliminatorias y todos estuvieran a disposición, Martino pondría a Romero, Zabaleta, Garay, Otamendi, Rojo, Mascherano, Biglia, Pastore, Messi, Agüero y Di María. De esta formación titular, anoche sólo 4 (Otamendi, Rojo, Mascherano y Messi) comenzaron el partido. Después entró el Kun por Tevez (cambio que nos dice que Martino sabe que debe optar por uno u otro). Pero los titulares son los que jugaron la Copa América. Un dato muy positivo de esta gira es que Kranevitter y Mas dieron la talla y podrían estar en cualquier convocatoria y ocupar plazas entre los once iniciales, llegado el caso.
Las crónicas del partido nos dicen que Argentina perdía 0-2 –Chicharito de penal y Herrera– y que, con los ingresos de Kranevitter, Mas y, fundamentalmente, de Lavezzi y Agüero, el equipo mejoró, Messi tuvo más compañía y llegó a un empate impensado en los últimos cinco minutos. Pero ese 2-2 es anecdótico. El equipo defendió muy mal, fue superado en varios tramos por el rival y la presencia de Messi en zonas cercanas a las de Mascherano durante extensos lapsos, fue toda una pintura de lo que estaba pasando. La posición de Leo es clave para entender cómo está el equipo. Si está muy atrás, la cosa no está funcionando. Ahora, si está dentro del área para bajar con el pecho un pase delicioso del Kun Agüero y definir con caño al arquero, es señal de que el cuadro mejoró.
La gira terminó. Independientemente de análisis oportunistas e irrespetuosos, que el equipo salga y juegue es altamente positivo. La Selección Argentina está entre las tres mejores del mundo y para seguir ahí hay que competir, probar, equivocarse y acertar. Ya mencionamos lo importante que es saber que dos futbolistas de nuestro medio –Kranevitter y Mas– dieron la talla, que Angelito Correa será un delantero decisivo en los años que vienen, que el momento de Agüero no admite discusiones y que es el que mejor entiende a Messi. También entendimos que la Selección Argentina, más allá del lugar común que dice que “acá son todos iguales”, tiene titulares y suplentes. Y que el estilo que el Tata quiere para el equipo tambalea cuando no están los que ya conocemos.
Ahora se vienen las Eliminatorias. Otra vez hay que jugar por los puntos y hay que ganar para ir a Rusia 2018. Argentina puede darse algunos lujos, como tener enormes jugadores esperando su turno para entrar. Pero hay otros lujos que no podemos darnos porque pueden doler mucho, como el de resignar equilibrio en pos de “tomar riesgos” por una idea. Se puede desarrollar esa idea, se puede atacar y defender en la misma proporción.
Martino sabrá que hacer con ello.
https://www.youtube.com/watch?v=SUGpMbMA_ls
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