A Guillermo Federico Dannaher lo llamaban “El Inglés” y era un destacadísimo delantero en Tiro Federal de Rosario en los albores del siglo XX. Algunas crónicas lo dan como rosarino, pero la verdad es que El Inglés nació en Bahía Blanca el 1° de diciembre de 1890. Desde muy chico se mudó a Rosario (de ahí la confusión sobre su lugar de nacimiento) y fue al Club Provincial a jugar al fútbol. En Provincial estuvo en la Copa Competencia de 1909 y se lo llevó Tiro Federal, que también jugó allí. Esos torneos por fuera de los campeonatos regulares –copas Competencia y de Honor—mostraban, por primera vez, a los equipos rosarinos enfrentados con los cuadros “grandes” de la Capital Federal y Gran Buenos Aires. En la Copa Competencia de 1909, por ejemplo, el cuadro de Dannaher, Provincial, se enfrentó con Alumni (perdió 0-4). Al año siguiente, Tiro Federal –ya con El Inglés en sus filas—llegó a la Semifinal de la Copa de Honor.
La carrera “grande” de Dannaher incluye a Tiro Federal (club al que pertenecía cuando debutó en la Selección Argentina), Argentino de Quilmes (club al que perteneció desde 1912 y que sirvió para que se afincara en Quilmes), Atlanta, Columbian y Huracán (club en el que fue goleador en el título del Globo de 1921). Dannaher fue un futbolista de excepción al que los rosarinos de su época llegaron a comparar con el gran Gabino Sosa. Pero los problemas de El Inglés no estaban dentro, sino fuera del campo de juego. Le gustaba mucho trasnochar y rociar sus largas jornadas con mucho alcohol. En una de esas tantas noches, en 1917, en un bar de Quilmes al que concurría habitualmente, se desvaneció. Sólo tenía 27 años, pero había sido de tal magnitud la cantidad de bebida y comida que ingirió que cayó al piso sin sentido. Llegaron los médicos y lo dieron por muerto. Hicieron todos los trámites y, finalmente, Dannaher fue velado en una casa a tales fines. En medio de la noche, del dolor y de un desfile de gente que lo admiraba y disfrutaba de su fútbol todos los fines de semana, empezó a moverse. Alguien notó que el “cadáver” se estaba moviendo, hasta que, de una vez, El Inglés se sentó y miró a su alrededor. Salió del ataúd, se puso de pie y su cara tenía dibujado un estupor que no era igualado por ninguno de los concurrentes. Vino un médico y dio una explicación científica al asunto: “Catalepsia”, dijo secamente. Según definiciones de diccionario, la catalepsia es “un estado biológico en el que una persona yace inmóvil, sin signos vitales, cuando en realidad se encuentra viva en un estado que podría ser consciente o inconsciente”. Eso le pasó a Dannaher.
Nunca dejó de vivir en Quilmes, pero jugó en Argentino hasta 1914 y desde allí tuvo pasos por Atlanta y Huracán, todos exitosos. Estuvo en el Globo –es el primer goleador de una temporada que tuvo el cuadro de Patricios—hasta 1923, cuando dejó de jugar a los 33 años. En medio de esta carrera exitosísima en Huracán, nuestro héroe se hizo tiempo para jugar un partido para Boca el 12 de noviembre de 1916. Ese día, los xeneizes empataron 1-1 con Sportivo Barracas y el gol, obviamente, lo metió El Inglés.
Tampoco abandonó su vida desordenada ni su gusto por las largas noches de alcohol. En una de esas noches, en 1927, cuando sólo tenía 36 años, discutió feo con una persona que estaba en sus mismas condiciones y recibió una certera puñalada. Nunca llegó la atención médica y Guillermo Dannaher murió, tirado en el piso del mismo bar quilmeño en el que 10 años antes lo dieron por muerto. La policía lo encontró sin vida, en medio de un charco de su propia sangre.
Esta vez, no era catalepsia. Había llegado el final.
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