En uno de los miles de análisis que se hicieron de la final de la Copa América –jugada hace apenas dos semanas– un periodista español subió un video en el que intentó probar que una de las razones por las cuales Lionel Messi estuvo «parado», «no participó» y no hizo lo que todos suponemos que debe hacer (?). El video ofrecía imágenes mezcladas en las que podía notarse una diferencia fundamental: en Barcelona, le dan la pelota con ventaja para que se mande esos sprints que asombran al mundo cada fin de semana o, en su defecto, habilite a u compañero. En la Selección, no. La mayor parte de las veces –siempre según esas imágenes editadas– el futbolista argentino que llevaba la pelota buscaba otra opción. «Se la dieron dos veces en todo el partido», decía el periodista. Según el video –insisto con que era una edición de alguien que desconozco– ese fue el problema de la Selección en general y de Leo en particular. No le dieron la pelota.
Messi y Tevez no son iguales, pero seguramente, a partir del partido que Boca jugó contra Quilmes el último fin de semana, la presencia de Carlitos en el cuadro xeneize tendrá una significancia similar a la del mejor futbolista del mundo en Barcelona o en la Selección Argentina. Esto implica que Arruabarrena deberá trabajar mucho para que Boca le dé la pelota a Tevez. Viendo el partido del debut de Tevez, ese fue el mayor déficit, si es que se puede hablar de deficiencias de un equipo que ganó el partido, va primero y en el que uno de sus jugadores hizo un gol histórico.
Cuando se habla de «darle la pelota a Tevez», se habla de que el armado del juego ofensivo tiene que pasar, indefectiblemente, por el 10. Seguramente, los destellos de Carlitos –sombrero en su primera intervención, remate en el travesaño, escapada con lujo por la izquierda en el primer tiempo– pueden llamar a engaño. Esas apariciones de Tevez nos dicen que Carlitos volvió en plenitud, que su jerarquía lo pone un par de escalones arriba de la media del fútbol argentino, que en cualquier momento hace una jugada y un gol que nos dejará sin palabras. Pero esto ya lo sabíamos. Ahora, hay que meter a Carlitos en el movimiento colectivo, hay que darle forma al «Equipo de Tevez».
Desde afuera, todo es fácil. El nivel de Tevez lleva inmediatamente a pensar que todo será sencillo para el entrenador, pero el fútbol –sobre todo el actual– no es simple. Jamás fue «1 + 1= 2», pero ahora todos saben todo de todos y las formas de entrenamiento evolucionaron. La técnica individual de un futbolista siempre hará diferencia, pero la hará aún más en un contexto favorable. Tévez hará la diferencia clara en Boca cuando Arruabarrena logre mecanizar los movimientos ofensivos, cuando instale una formación de ataque más o menos estable –algo que no hizo en la primera mitad del 2015, ni siquiera con la presencia de Osvaldo en el plantel– y esta formación encuentre a Tevez como el faro que todo lo ilumina.
Hagamos la salvedad de que Carlitos es media punta o un «delantero detrás de otro delantero», como lo fue en sus brillantísimos pasos por los dos Manchester y Juventus. Pero no es Riquelme, es otro tipo de jugador. Puede, por supuesto, dar un pase-gol, puede dejar la definición para un compañero en determinadas ocasiones, pero Tevez es mas delantero que organizador, de arranque siempre pensará en su propia definición antes que en la de otro. En el partido de su regreso, Boca, muchas veces, quedó parado 4-3-3, con Carlitos metido en el medio del ataque, Palacios de wing derecho y Calleri en la izquierda. Sucedió en el primer tiempo, más que nada. En el segundo, con Quilmes abierto y Boca decidido a terminar la faena, Tevez tuvo mas espacios y fue ahí que convivió más armónicamente con delanteros y volantes. Pero fue más espaciado de lo que pretende el entrenador. No se trata de «adaptar el equipo a Tevez» ni de «adaptar a Tevez al equipo». La llegada del pibe de Fuerte Apache le entrega al Vasco la chance de armar un equipo nuevo, en el que Tevez sea el Sol de un Sistema Solar de camisetas azul y oro. Boca no tenía un equipo armado, sino algunos apellidos para llenar ciertos casilleros: Orión, los cuatro del fondo con Tobio y Colazo de titulares, Gago, Erbes (o Cubas) y Pablo Pérez (de excelente partido ante Quilmes). Pero el ataque estaba en veremos. Calleri no fue titular en el primer semestre y Palacios y Pavón alternaron la plaza de extremo. Además, cuando Tevez todavía no estaba incorporado, el Vasco acudió a Lodeiro como variante. O sea, Boca sólo tenía medio equipo. Ahora, hay que armar la otra mitad con Tevez como eje.
Y si los movimientos ofensivos de de Boca empiezan dándole la pelota a Carlitos Tevez, la vida les reirá y cantará. Es cuestión de sentarse y ver.
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