«El Tata tiene que ir dosificando las caras de culo», me dijo un colega de los que más conoce a la Selección por dentro, cuando tocamos el tema de que Higuaín y no Tévez sea el reemplazante del Kun Agüero, en el partido final del grupo B. Hay varias explicaciones que dejarán tranquilos a algunos y hay otras explicaciones que pondrán nerviosos a otros. Hay gente que cuando se menciona el apellido «Tévez» entra en un estado de locura tal que perdemos la noción de todo.
Por ejemplo, perdemos la noción de lo que Gonzalo Higuaín representa para la Selección. En estos tiempos de opinar sobre «lo que pudo haber pasado», para Higuaín es condenatorio haber jugado el Mundial, en la misma proporción que para Tévez es una enorme virtud el no haber estado. Es un verdadero dislate plantear las cosas de este modo. Alejandro Sabella prefirió no tener al pibe de Fuerte Apache después de evaluar una y mil veces la relación costo – beneficio para el colectivo. Lo presionaron desde estamentos muy altos de la vida nacional y, sin embargo, Sabella, respaldado por una suerte de «mesa chica» de la Selección –Messi, Di Maria, Mascherano, Higuaín, Agüero– se mantuvo en sus trece. Y esa no convocatoria al «jugador del pueblo» desató la ira de buena parte de la patria futbolera y de buena parte del periodismo que escribe y habla para esa patria futbolera. De buenas a primeras, Tévez se convirtió en Maradona. Aún hoy escuchamos que «con Calito’ éramos Campeones del Mundo». Si Juventus con «Calito'», Pirlo, Vidal y Morata no lo fue de la Champions, ¿por qué damos por seguro algo que no se puede comprobar? Que Tévez es un excelente jugador, lo sabemos todos. Pero, ¿cambia la ecuación como Messi, por ejemplo? ¿Hace goles en momentos importantes como suele hacer Agüero cuando está bien como ahora? Tévez es un jugador de elite, es indudable. Pero la Selección hizo su vida sin él y estuvo a un tris de ser Campeona del Mundo.
La de la vara alta acá es para todos, pero sobre todo para Martino y Tévez, que son «los nuevos». Los dos, Martino y Tévez, están siendo estudiados por «los subcampeones». Nadie lo dice, pero están en tiempo de observación. Es cierto que Mascherano y Messi lo tuvieron en Barcelona y que Guzmán y Casco están en la Selección porque el DT es Martino, sin que esto menoscabe ni un poquito sus condiciones como futbolistas. Pero dirigir la Selección y, más aún, recibir un equipo casi Campeón del Mundo implica un reto enorme. Cualquier cuestión negativa que surja, el Tata será juzgado con dureza y comparado en desventaja con Sabella, hacedor de este grupo, líder que atendió a cada uno de los problemas que los jugadores traían y sostén con su propio cuerpo de los pedidos por Tévez. Martino sabe que cuenta con crédito popular y de un sector influyente de los periodistas para cambiar la forma de jugar del equipo. Pero no desconoce que hay quienes no están felices de que la Selección juegue a la ruleta rusa cuando no amerita o que haga lecturas incorrectas de un partido y lo tienen en el laboratorio de los análisis día y noche.
La decisión de que juegue Pipa y no Carlitos es una señal al grupo, primero (sobre todo a la mesa chica), y al propio Tévez después. El mensaje es claro: Higuaín tiene un lugar ganado en la Selección al que, para que acceda otro, tendrá que estar muy claro que lo perdió. Hilando más fino, el DT sabe que si Tévez esboza una queja por sentarse en el banco no lo llamará más, se habrá evitado un problema y todos sabrán por qué.
Después hay una cuestión futbolística bastante clara. Higuaín es 9, Tévez puede llegar a serlo, pero no es donde juega habitualmente. El «9» de Juventus no es Carlitos, sino Morata. Tévez es una especie de «10» que juega por detrás del «9», tomando como referencia un esquema de 4-2-3-1. Es una posición que ocupó en sus buenos tiempos en la Premier League y es un lugar que le queda perfecto. Carlitos no es un 9 de área ni un animal del gol. Mas bien, está para participar de la jugada y, llegado el caso, arribar a zonas avanzadas porque el juego lo llevó. Su temporada en el futbol de Italia fue sensacional, si tenemos en cuenta que metió 20 goles no siendo un definidor nato.
Pipita Higuain metió 18 goles, dos menos que Tévez. O sea, no tuvo un año malo. Tuvo, si, cierta discontinuidad en el rendimiento, aunque su equipo (Nápoli) llegó hasta Semifinales de la Europa League. Pero la razón fundamental del juego, es que Higuaín le asegura presencia en el área. Argentina necesita a alguien así porque su modo de jugar –la famosa «idea»– tiene su hábitat en los alrededores del área rival. En los dos partidos de la Copa, el equipo mostró cierta anemia porque la pelota no le llegó al Kun todo lo limpia que cualquier centrodelantero necesita. Higuaín le da presencia en el área contraria. Tévez no. Además, llegado el caso y a diferencia de Pipa, Carlitos puede entrar a hacer otras funciones. Puede ingresar si el equipo necesita hacer control del balón, puede ingresar en un cambio de esquema provisorio, puede ir por afuera como situación extrema. Martino pensó todo esto y, también, en ir dosificando los ceños fruncidos.
Lo importante es que el equipo mejore y gane. Es complicado complacer a tantos egos y, a la vez, pensar en un funcionamiento confiable que permita llevar los partidos con la menor cantidad de sobresaltos posibles.
Más aún, es mas difícil que cualquier otra cosa que se entiendan los argumentos futboleros de por qué Higuaín si y Tévez no. Curiosamente, es lo más sencillo.
https://www.youtube.com/watch?v=Fi13i4y9wZM
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