5.453 VISITAS
El 23 de junio de 1968 jugaron River y Boca en el Estadio Monumental por la fecha 17 del Campeonato Metropolitano. La tarde quedaría en la historia. De qué parte de la historia y por qué lo veremos más adelante. Empecemos por el fútbol. Hubo muchos protagonistas muy queridos por los hinchas.
El arquero del cuadro millonario fue Amadeo Raúl Carrizo, a sus 42 años y con cinco partidos completos sin goles en contra. Usaba una gorra como cábala, un buzo celeste con cuello y puños blancos, tan blancos como una buena parte de su cabello. Es el mismo buzo que se replicó cuando se cumplieron 50 años de su récord de invulnerabilidad.
River llevaba muchos años sin títulos, exactamente 11. Boca no tantos, sólo 3, pero 1968 no estaba siendo una buena temporada. River compró al Zurdo López y al Chamaco Rodríguez y apuestó a la continuidad de algunos productos de las divisiones menores, como Morcillo, Dominichi y Montivero. Boca compró a algunos jugadores, como el brasileño Lima y el centrodelantero de Atlanta Jorge Fernández, pero jugaron los de siempre: Madurga, Rojitas, el Pocho Pianetti, Gonzalito, el Negro Meléndez, Marzolini, Rattín, el Chapa Suñé, el Loco Sánchez y Roberto Rogel, ya definido como titular.
Salió River y los papelitos volaron de un lado para el otro. Boca se asomó con el capitán Marzolini a la cabeza. Rojitas, como un pibe travieso, le sacó la gorra cabulera a Carrizo y salió disparado sin rumbo, aprovechando que el gran Amadeo estaba distraído con la formalidad de la foto previa. A Amadeo no le hizo ninguna gracia. Carrizo se desesperaba, Rojitas se burlaba. Pero Angelito estuvo solo en esta broma. Nadie se enganchó, porque las burlas a Carrizo eran en medio de festejos boquenses. Y en 1968, Boca no tenía mucho para festejar.
El partido fue de vuelo bajo. tuvo algunas genialidades de Carrizo y un mano a mano con Madurga que quedó en su poder. Nada más. Terminó en un obvio 0 a 0. Fue el último clásico de Amadeo Carrizo. A fines de 1968, quedó libre y se fue a Colombia.
Llegó la hora de irse y ahí, del lado de la tribuna visitante, comenzó lo peor. Esa tarde, hubo cerca de 90.000 personas en el Monumental. Se abrieron las puertas del estadio y la gente salió presurosa para subirse a algún medio de transporte que lo llevara de regreso a casa. Hubo algunas avalanchas, pero nada fuera de lo normal. Es decir, nada que no ocurriera habitualmente en un estadio repleto.
La tribuna Centenario del Monumental, la que da a la avenida Figueroa Alcorta, estaba colmada de hinchas xeneizes que iniciaban el rito de la vuelta a casa. La escalera es empinada y tiene un descanso cada diez escalones. Según suponían los hinchas de Boca que se desplazaban hacia la avenida Figueroa Alcorta, los molinetes no estaban desde los diez minutos del segundo tiempo, como solía ocurrir en todos los estadios argentinos. O sea, si no había molinetes, la puerta estaba abierta. La puerta era una de esas tan comunes en los ascensores viejos, las que cerraban y abrían con un movimiento de acordeón.
Los que bajaron, como quedó dicho, eran hinchas de Boca. Cuando los primeros llegaron al final del camino, se encontraron con un obstáculo. Intentaron el regreso, pero los que llegaban no podían parar y los que estaban más arriba no sabían lo que pasaba allá abajo. Entonces, siguieron bajando. Fue una masacre. Los cuerpos que bajaban aplastaron a los de los que intentaban subir. Hubo gritos, llantos, colores humanos que cambiaron. Los gritos de algunos se transformaron en lamentos y, posteriormente, en silencios. Algunos consiguieron volver a la tribuna Centenario. Pero fueron los menos. Cuando la policía llegó, muchos cuerpos cayeron inertes, sin vida. Los escalones estaban pintados de blanco y eso hace que el rojo de la sangre resalte aún más. Las radios se enteraron enseguida de la tragedia y hablaron de una similar a la del Estadio Nacional de Lima de 1964.
Aquí empiezan las versiones diferentes que se mantienen, aún hoy, a casi 52 años de la tragedia.
- Versión 1: Es la oficial. Un empleado de River dejó los molinetes puestos y al llegar la multitud, los caminos de salida estaban muy estrechos y los primeros en salir, murieron aplastados por los que llegaban desde arriba. Hay una variante de esta primera versión: que un empleado de River olvidó la puerta cerrada y que quienes bajaron por las escaleras, se encontraron en un callejón sin salida que los llevó a la muerte.
- Versión 2: Es la que vincula el momento político que vivía la Argentina con este episodio. Había un presidente de facto, el General Juan Carlos Onganía, quien había tomado el poder por la fuerza derrocando al presidente constitucional Arturo Illia, en 1966. La hinchada de Boca, su núcleo, estuvo históricamente identificado con el peronismo y el peronismo, durante esos años, estaba proscrito. Cuentan testigos que se cantó la marcha peronista y que, al llegar a la salida, había una formación de la policía montada que comenzó a reprimir con machetes. Es más, hay un canto que los hinchas de Boca entonaron durante mucho tiempo: “No había puerta/no había molinete/era la cana/la cana que daba con machete”.
Cuando llegaron al lugar Alberto J. Armando, el presidente de Boca, y Julián William Kent, el de River, ya todo era un lugar teñido de drama y sangre, con zapatos, sacos y bolsones como espantoso testimonio. Y, también, como elementos que sirvieron para el penoso desfile de familiares. Como para agregar aún más dolor, Armando levantó a un conscripto agonizante, vestido con el uniforme provisto por el Ejército. Murió en los brazos de Armando. En medio de la locura generalizada, del ruido de ambulancias, de gritos y llantos desgarradores, Kent habló por Radio Rivadavia. Juró que la Puerta 12 estaba abierta y que “la salida simultánea provocó un amontonamiento y al tropezar los primeros, se produjo una montaña humana”. Después, se desdijo y acusó a un empleado de dejar la puerta cerrada en un descuido. Posteriormente, con el correr del tiempo, la tragedia de la Puerta 12, la mayor de la historia del fútbol argentino, nunca encontró la verdad ni responsables que la contaran.
La policía entregó un informe, que es el primero, único y definitivo: 71 muertos, todos por asfixia, y 113 heridos. Los cadáveres estuvieron un largo rato en el patio de la Comisaría 33 (Mendoza entre Cuba y Vuelta de Obligado) para su reconocimiento. Los heridos fueron repartidos en los distintos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Los jugadores de Boca se pasaron la noche recorriendo los lugares donde había heridos y dándoles apoyo a ellos y a sus familiares. Para los otros, para quienes esperaban en casa a los 71 que murieron, no hubo consuelo.
Estamos ante un nuevo aniversario de lo que se conoce en la historia como La Tragedia de la Puerta 12, la peor de la historia del fútbol argentino. No hay demasiadas huellas. Hace ya muchos años, entre varios clubes –algunos de ellos del exterior–, reunieron una suma cercana a los 100.000 dólares y ofrecieron 1.000 a cada familiar de víctima. Aceptaron todos, salvo dos: Diógenes Zúgaro, familiar de Leopoldo Fernando Zúgaro, y Nélida Onetto de Gianolli, viuda de Herminio Francisco Gianolli. Ambas personas, asesoradas por abogados, decidieron llevar al Club Atlético River Plate a los tribunales. Allí, lograron que el club arregle con ellos por una cantidad cercana a los 50.000 dólares cada uno. Ahí se acabó todo. En 2008, cuando se cumplieron 40 años de la tragedia, Boca aprovechó la presentación de la película “Puerta 12” (dirigida por Pablo Tesoriere, nieto del arquero de Boca y la Selección de los años 20) para pedir disculpas a los familiares de las víctimas por tanto tiempo de olvido y descubrió una plaqueta alusiva.
Hasta el día de su muerte, (5 de abril de 2005, a los 87 años), Julián William Kent sostuvo la teoría oficial de la puerta cerrada, al igual que los abogados que defendieron a River en los tribunales. Como quedó dicho, River cambió números por letras en la ubicación de los accesos al Monumental y la Puerta 12 de 1968, ahora y desde hace muchos años, es la Puerta L.
De vez en cuando, está bueno mirar hacia atrás y recordar. Sirve para aprender y para no olvidar a aquellos hinchas genuinos que fueron capaces de cualquier cosa por ver a su equipo, hasta de arriesgar y perder sus propias vidas. No hubo justicia. Al menos que haya un recuerdo profundo para ellos.
VICTIMAS DE LA TRAGEDIA DE LA PUERTA 12
(Entre paréntesis, la edad que tenían en el momento de la muerte)
Acosta, Omar Adolfo (18); Aguirre, Juan Domingo (17); Alanís, Jorge Roque (21); Albarracín, Pedro (17); Alderete, Roberto César (18); Arce, Eduardo (13); Bonfanti, Héctor Horacio (20); Brancato, Gustavo Aurelio (17); Burgo, Hugo Marco (17); Bustamante, Héctor Segundo (17); Cadera, Carlos (20); Caruso, Néstor Daniel (15); Cuader, Fernando (18); De Luca, Luis Alberto (20); Durán, Rubén Oscar (17); Espinoza, Jos‚ A. (19); Fernández, Paulino (27); Fernando, Juan Horacio (31)Ferni, Julio (15); Ferrari, Julio César (17); Gaete, Irineo (35); Galindo, Néstor (nunca se suministró la edad); Gallo, Julio César (14); García, Luis Alberto (15); Gianolli, Herminio Francisco (35); Goiello, Juan Ricardo (17); Gómez, Carlos Alberto (24); Gómez, José Martín (nunca se suministró la edad); Greco, Benedicto (15); Gugini, Carlos Alberto (15); Iderman, Jorge Hugo Chana (20); Jara, Juan Carlos (14); Landrini, Antonio (18); Ledesma, Ramón Sorpicia (17); Leguizamón, Juan (24); Lezcano, Ramón Esteban (16); Luna, Agustín Cándido (nunca se suministró la edad); Mansilla, Jorge Ernesto Rubén (21); Martini, Alberto Osvaldo (18); Mercurio, Eduardo Oscar (nunca se suministró la edad); Messitti, Roque (26); Mojica, Angel Daniel (nunca se suministró la edad); Montalva, Jorge Alberto (20); Morando, Luis Alberto (23); Moreira, José Ismael (22); Morel, Pedro Ricardo (16); Muñiz, Ricardo Oscar (15); Ochoa, Rubén (17); Paillini, Rodolfo Antonio (nunca se suministró la edad); Pereyra, Domingo (20); Quintana, Alfredo Aldo (31); Quintero, José Ramón (nunca se suministró la edad); Quirós, Delfino o Rufino (26); Raggi, Omar Miguel (20); Ranello, Héctor Omar (23); Ruiz, Raúl Oscar (15); Santoro, Mario Héctor (23); Silva, Rubén Eduardo (15); Simón, Jorge A. (17); Sittner, Juan Aurelio (18); Soria, Rubén (20); Sosa, Elio Guillermo (24); Suárez, Luis Crescendo (nunca se suministró la edad); Sueldo, Delfo Jesús (26); Tamburello, Antonio Omar (25); Toledo, Nicasio Antonio (24); Toledo, Francisco (19); Treppini, Juan Francisco (27); Troppini, Antonio (29); Von Bernard, Guido Rodolfo (20); y Zugaro, Leopoldo Fernando (35)
https://play.cine.ar/INCAA/produccion/4178/reproducir
Más Editoriales
LA CALABAZA SE CONVIRTIÓ EN CARROZA
EL 24 DE MARZO DE 1976 TAMBIÉN JUGÓ LA SELECCIÓN
BOCA TOCA CON POL