Diego Chavo Fucks

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Diego Chavo Fucks

Me llamo Diego Fucks, pero me dicen Chavo. Soy periodista de medios gráficos, radiales y televisivos desde 1982 y mi especialidad es el fútbol. Me encontras en: TELEVISIÓN Conductor de Tarde Redonda por FOX SPORTS de Lunes a Viernes de 17hs a 19hs. Columnista de 90 Minutos de Futbol por FOX SPORTS de Lunes a Viernes de 13 a 15hs RADIO Conductor de Rezo Por Vos de Radio Nacional AM 870 y Nacional Folklorica FM 98.7 de Lunes a Viernes de 9 a 12hs. LIBROS Eliminatorias 98, un camino largo y sinuoso (1997) Editorial Alfaguara El Libro de Boca (1999) Editorial Alfaguara El Libro de River (1999) Editorial Alfaguara Duelo de Guapos (2005) Distal Libros y Pensado Para Televisión. Tévez, La verdadera historia (2016) Ediciones B. Jugados (2000) EUDEBA -coautor- Esta página la he creado para que podamos comunicarnos mas asiduamente, para poder compartir mi trabajo con vos y que podamos, vos y yo, disfrutarlo. Podes opinar, sugerir y hacer consultas desde aquí. ¡Gracias por estar… una vez mas!

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19 de marzo de 2024
UNA FLOR EN EL BARRO. El imponente cabezazo de Nico González derrota a Anthony Silva y se convierte en el empate de Argentina. Nuestra selección es un equipo sin rumbo, con poca jerarquía individual y colectiva y con un mensaje del entrenador que es débil y no llega.

Leo Messi no estuvo entre los once titulares, en el partido que Barcelona le ganó 5-2 al Betis, en el Camp Nou, el sábado 7 de noviembre de 2020. La última prestación del pibe rosarino a su equipo antes de la partida hacia Buenos Aires. El primer tiempo de ese partido terminó 1-1 y, en el entretiempo, Ronald Koeman resolvió el ingreso de Leo y la salida de Ansu Fati. En los 45 minutos que jugó, Messi hizo dos goles de los 5 que metió el cuadro culé.

El entrenador alterno del Barça, Alfred Schreuder, dijo que Messi fue al banco porque “no es que esté lesionado. Simplemente, no está fresco. Lleva muchos partidos y Koeman decidió que, si no está al 100, que empiece desde el banco“. Si bien no hablamos de lesión, la realidad es que Leo tiene su tobillo complicado. Viene tratándoselo, haciendo trabajos específicos, pero no está al 100, no está “fresco“.

Vino a la Argentina a ponerse la camiseta de la Selección en esas condiciones, lo que echa por tierra cualquier especulación sobre las ganas o “no ganas” de Leo de jugar para “nosotros“. Messi vino y se puso la camiseta. Hizo un primer tiempo aceptable y una segunda mitad un poquito más abajo. A medida que el tiempo transcurrió, fue costándole el uno contra uno, perdió más duelos de los que uno espera que pierda Messi. ¿Todo esto fue por falta de “frescura”? ¿O este Messi de 33 años necesita mucho más que antes de un entorno amable? Nunca se rebeló ante los contextos desfavorables, más bien le ocurrió lo contrario: se hundió en ellos. Y así fue cuando no funcionó la Selección de la Copa América 2011, por ejemplo, con el Checho Batista de entrenador. Fue diluyéndose en un equipo que tenía una riqueza individual mayor que este pobre equipo de Lionel Scaloni, pero con una relación absolutamente rota con el DT. De aquella experiencia, Batista siempre rescata su relación de honestidad con Carlos Tevez y la diferencia de la que tuvo con Messi.

MESSI, A LOS 33. Leo entró en su madurez comandando a un equipo que tiene muchos déficits, pero uno muy notorio: no le dan opciones valiosas. Los rivales –en este caso, Junior Alonso y Darío Lezcano– siempre van a buscarlo porque es el mejor, pero Messi no está rodeado por futbolistas que, al menos hasta ahora, den la talla. El empate con Paraguay dio más pruebas de que Argentina no tiene estilo ni idea definida.

En la Copa América de 2011, Leo, que tenía 24 años, estuvo bien rodeado: Tevez, Higuaín, Agüero, Mascherano, Gago, Gaby Milito, Burdisso, Di María, Biglia. O sea, su círculo lo conformaban futbolistas de su generación. Pero no estaba contento con el entrenador ni con las cosas que ocurrían internamente ni con la dirigencia de la AFA. Y la gente lo silbaba, además. Basta con recordar que, en Santa Fe, contra Colombia, fue reprobado como nunca en su vida.

Alejandro Sabella –sobre todo– y Gerardo Martino le generaron ambientes cálidos. Messi llegó al Mundial 2014 en plenitud, con 27 años. Fue decisivo hasta Cuartos de Final. Después, por el bajón de Gago, entró Biglia y el equipo tuvo que retroceder unos metros. Ahí, El Equipo de Messi se convirtió en El Equipo de Mascherano. En la Selección que perdió las famosas tres finales, fue feliz puertas adentro, pero sufrió mucho por lo que llegaba de afuera.

Mientras todo esto ocurría, la AFA fue desfigurándose y, desde esta misma página, advertimos de la equivocada decisión que tomaron Bilardo, Julio y Humberto Grondona en 2008 al desmontar el estupendo trabajo de juveniles que habían armado Pekerman y Tocalli como reaseguro de un futuro auspicioso. Lo que vino después, fue un desfile de ex jugadores “del 86” a cargo de futbolistas desorientados y sin rumbo. Eso, como resultado, dio esto que vemos hoy: laterales improvisados, todos los volantes son iguales (contra Paraguay, Argentina empezó con tres mediocampistas posicionales, como son De Paul, Paredes y Palacios), hay que recurrir a jugadores como Walter Kannemann (29 años) y Alejandro Papu Gómez (32) como salvación y parte de una renovación a la que no pertenecen por edad y existe la esperanza desesperada de que Lautaro Martínez se desarrolle para que haga tres goles en una hipotética final del mundo. Llegar, hoy, en estas condiciones, con un entrenador novato, sin recursos y sin jugadores en la elite a una final del mundo, parece una utopía.

DIFERENCIAS. Miguel Almirón fue un problema para Argentina. El futbolista paraguayo ganó su duelo con Montiel y salió airoso de jugadas como la de la foto, rodeado por De Paul (15) y Lo Celso (20).

En este contexto de escasez y con un Messi de 33 años, arañando la veteranía, las cosas serán complicadas, salvo que todo cambie mucho. Los análisis que se hacen de la Selección Argentina suelen ser simplistas, el punto de partida es equivocado, por lo general salen desde la coyuntura y no desde el concepto general. Se revisa poco, se profundiza poco, se ponen fotos donde hay que poner una película. Rodrigo De Paul y Leandro Paredes jugaron juntos casi todo el ciclo Scaloni y se dijo “ya está, Messi tiene nuevos socios. Hay que mirar hacia adelante“. Nadie se detiene a pensar en el nivel diario de De Paul, en si Paredes retrocede bien o va a al piso inútilmente la mayor parte de las veces o si su juego es una aburrida reiteración de pases laterales. Ninguno es capaz de llevarle la pelota a Messi para que no venga a buscarla a un metro de Martínez Quarta o bien, de dar un pase recto y profundo, como alguna vez se los daba Fernando Gago. Nadie se detiene a pensar, en definitiva, que Argentina no tiene futbolistas de elite. Ser de elite no es sólo “jugar en Europa“. Ser de elite es jugar en ligas y equipos importantes, destacarse en ligas y equipos de elite y jugar como se juega en la elite. Nada de esto sucede. El Udinese no es de elite, el Bayer Leverkusen impresiona más por su poderío económico que por sus logros, la Fiorentina intenta un retorno a los mejores momentos pero hace años que es un equipo de mitad de tabla, al Stuttgart le ocurre otro tanto en la Bundesliga. En esos equipos juega el grueso de nuestros jugadores, a los que se llevan de la Argentina por sumas que resultan módicas, si tenemos en cuenta lo que se paga, sin ir más lejos, por jugadores brasileños.

La mención de esos clubes no es antojadiza. De Paul juega en el Udinese, flojísimo equipo de la liga italiana, y nadie se mata por llevarlo a un nuevo destino. Tuvo algunas buenas actuaciones en el comienzo del ciclo de Scaloni, pero no se pudo mantener y ahora, con la presión de la competencia oficial, se convirtió en un corredor sin rumbo fijo ni final. La presencia de Messi no solo no lo potencia, sino que lo disminuye, lo pierde. Le falta jerarquía para acompañar a Leo. Lo mismo pasa con Paredes. Como el equipo no tiene un rendimiento colectivo confiable, como los mensajes son confusos y débiles, Paredes se pasa la vida jugando hacia los costados. Lo Celso entusiasma más cuando está en el banco –o sea, por lo que podría llegar a hacer– que cuando ingresa. Es cierto que tuvo más movilidad que De Paul, Palacios y Paredes, pero Lo Celso no cambia la ecuación, no gana partidos, no resuelve trámite. Acaso dé una mano en la tenencia, tal vez devuelva bien una pared, puede asociarse como lo hizo, en algunos pasajes, con Nico González, pero no es un futbolista determinante. Siguiendo con esa nociva dinámica, Montiel va al ataque como un tren con la camiseta de River, pero en la Selección apenas cruza el medio de la cancha y pierde todos los duelos. Y cuando Montiel pasa la línea central, choca con Ocampos o con Messi o con De Paul, enfrascados en un equipo sin movimiento. Lautaro Martínez está en la meseta que tienen todos los jugadores que irrumpen rompiendo moldes, después de un año y medio de intenso crecimiento. Pero el equipo no lo ayuda. Más bien, lo condena. La pelota no le llega o le llega sucia, con dos o tres rivales impidiéndole todo.

DESAHOGO. Lautaro Martínez es uno de los que más sufre la falta de recursos del equipo. La pelota le llega sucia o, directamente, no le llega. Nico González juega como delantero en el Stuttgart, pero Scaloni lo incluyó como improvisado lateral izquierdo ante la lesión de Tagliafico. El ex jugador de Argentinos Juniors cumplió con creces e hizo un golazo de cabeza. Fue una de las pocas luces, entre tanta oscuridad.

Con todo esto debe lidiar Messi. El proyecto que tiene como única finalidad hacerlo feliz, lo está sumiendo en una soledad que lo abruma. Lo que lo rodea no tiene la jerarquía que necesita y, en la Argentina, no estamos acostumbrados a tener jugadores normales. Desde 1974 hasta 2016, el cuadro nacional estuvo integrado por futbolistas que tuvieron pretensiones grandes, que pugnaron por llevar a la camiseta celeste y blanca a lugares de privilegio con argumentos sólidos. Ya no tenemos esos jugadores, ya no tenemos esos argumentos. Hay que entenderlo de una buena vez.

Messi quedó atrapado en un recambio que trae futbolistas de un nivel menor a lo que él mismo conoció con la camiseta celeste y blanca. Sus viejos compañeros de ruta ya no están con ganas o se retiraron o se hartaron de tanta falta de respeto. Sólo Di María está peleándola, con un entrenador que no lo valora en toda su dimensión. El Kun Agüero también la pelea, aunque desde muy atrás, por sus nuevos negocios y por las lesiones que lo vienen acorralando. El resto, son pibes que todavía no están a la altura de lo que necesita Leo para llevar adelante sus últimos años de Selección en el nivel que pretende. No lo entienden, no lo ayudan entrenadores ni compañeros. A unos y a otros, la leyenda de Messi parece quedarles a miles de kilómetros de distancia.

Diego Chavo Fucks