La Copa América es el torneo continental más antiguo del mundo. Su primera edición es la de 1916, cuando, poco después de la fundación de la Confederación Sudamericana de Fútbol, se organizó el torneo con las cuatro selecciones que integraban la nueva entidad: Uruguay, Argentina, Chile y Brasil. Como ocurriría otras tantas veces, ese certamen inicial lo ganaron los uruguayos, llevados de la mano por el gran goleador Isabelino Gradín y el talento inagotable de José Piendibene.
Argentina estaba acostumbrada a los choques internacionales, porque jugaba contra Uruguay desde comienzos del siglo XX y porque, además, muchos de nuestros equipos se vieron cara a cara con cuadros ingleses que nos visitaron en aquel tiempo. El cuadro nacional, en esa Copa América de 1916 (el trofeo recién aparecería en 1917), estuvo formado por grandes estrellas de entonces, con cierta preeminencia de futbolistas de Racing (Armando Reyes, Francisco Olázar, Alberto Ohaco, Alberto Marcovecchio, Juan Perinetti), que era el mejor equipo del momento. También integraron el equipo Carlos Isola –«El Hombre de Goma», mítico arquero de River, gran aporte a la Selección– y dos hermanos rosarinos de Central que la rompían: Harry y Ennie Hayes.
En este torneo, cuando Argentina enfrentó a Brasil (10 de julio de 1916) ocurrió un hecho increíble para estos tiempos de superprofesionalismo, pero no tanto para aquellos de fundaciones. En una de las tribunas del estadio de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (el mejor de Sudamérica, por entonces), estaba el salteño José Manuel Durán (o Durand) Laguna. Al igual que a muchos, le decían El Negro. Había sido el primer presidente de Huracán y fue quien acercó nada menos que a Jorge Newbery al club de Parque de los Patricios. Además, era un notable jugador que había ido a ver el partido y estaba perdido en la multitud que desbordó la cancha de GEBA. Paralelamente, Ohaco había viajado por trabajo y se lo esperaba para que se sumara al equipo. El tiempo pasó y Ohaco no llegó nunca. Al fútbol se juega con 11 y había 10: Rithner, Chiappe, Brown, Pedro Martínez, Olázar, Badaracco, Heissinger, Marcovecchio y Guidi. El otro iba a ser Ohaco, pero no llegó. La Asociación llamó a Ricardo Naón, un mediocampista defensivo que jugó en Estudiantes y ahora lo hacía en Gimnasia y Esgrima La Plata. No tenía parentesco con el Torito Arturo Naón, gloria del Lobo de los años 30.
Naón se negó a jugar. Estaba despechado porque llevaban dos años sin convocarlo y les cerró la puerta en la cara a los hombres que fueron a buscarlo hasta La Plata. “Estuvieron dos años sin convocarme. Ahora no voy”. Naón había jugados dos partidos en 1914, cuando era jugador del Pincha: en una victoria contra Uruguay y en la derrota 0-1 frente a Brasil. Tenía razón en que no fue convocado durante 1915 y lo que iba de 1916. Esta negativa le costó carísima: fue suspendido dos años para integrar la Selección Argentina y nunca más lo llamaron.
Nuestro equipo tenía el partido con Brasil a minutos y la cancha estaba repleta, esperando impaciente a ese cuadro albiceleste que había despachado a Chile con una goleada fenomenal (6-1). El optimismo crecía si teníamos en cuenta que los brasileños sólo habían empatado con el débil cuadro trasandino.
Quedamos en que el Negro Laguna estaba en la tribuna, metido entre 16.200 personas. Alguien se enteró de su presencia y decidió buscarlo. Era una empresa parecida a la de “la aguja en un pajar”. Pero lo encontraron y lo llevaron al vestuario. Le dieron la ropa e integró el equipo nacional, en la segunda presentación del Campeonato Sudamericano de 1916. Este partido con Brasil fue de una intensidad poco común y terminó empatado 1-1. El Negro Laguna –el que estaba en la tribuna de traje y sombrero—hizo el gol argentino a los 10 minutos. Poco más tarde, lo empató Alencar para el cuadro visitante.
Las historias son interminables y fantásticas. Las iremos contando a lo largo de la Copa, a la que asistiremos para que la cobertura sea la que merece el equipo argentino de Messi, Mascherano, Di Maria, Agüero, Tévez, Higuaín y Pastore y para matizar la espera. La Copa América tiene una gran historia y Argentina la obtuvo por última vez en 1993.
A través de este sitio (www.chavofucks.com) y de flashes diarios en la programación de AM 1030 Radio del Plata, estaré informando desde cada lugar en el que el equipo nacional esté jugando o viviendo y contándoles historias mínimas de grandes héroes que hicieron de esta camiseta un manto sagrado.
Para ir metiéndonos en clima, aquí van unos cuantos goles de muchas Copas América de los últimos 35 años.
Gracias por estar.
Huánuco, Perú. 10 de junio del 2016.
Gracias a vos estimado Chavo por el análisis que haces de los partidos, los equipos, los jugadores; en general, de todo lo que rodea al mundo del fútbol. Y gracias también por estas lecciones de historia que valoramos todos los que amamos este deporte.
Hace más de cinco años que sigo tus comentarios y los programas que has tenido a bien dirigir. Para ser exactos desde aquel genial e inolvidable programa llamado Ojos Bien Abiertos por el cual aprendí a levantarme a las cuatro de la mañana en algún lugar de la sierra y selva de mi país, Perú.
Una de las mejores cosas que me ha brindado Internet, estando lejos de Lima, es poder escuchar, leer y ver a gente profesional como vos (y lo mismo obviamente lo aprovecho en mi carrera y principal pasión que es la medicina).
Estoy seguro que, como yo, mucha gente valora tu trabajo y agradece esto tan característico en vos: compartir y difundir lo que sabes. Eso te hace un periodista diferente y me demuestra la ética profesional con la que te conduces. Para mí eso es un gran ejemplo. Además y lo he corroborado en los viajes que he hecho a la Argentina en los últimos años al conversar de fútbol con amigos y conocidos.
Termino deseándote que cada año sea mejor para vos. Para mí es un orgullo saber que recuerdes a personas que te siguen con respeto.
¡Abrazo grande querido Chavo!
Atentamente.
Jaime Gallegos Castillo.