Hay cierto exceso en la mención de la cuestión climática que rodeó al Superclásico. El campo de juego del Monumental está como pocas veces. Hace no mucho tiempo, en ese terreno se hizo un trabajo fenomenal, en el que se levantó el «field» y se le colocaron flamantes y modernos sistemas de riego y drenaje. La obsesión de los periodistas por repetir «no se puede jugar» cuando en el comienzo se levantaba grandes charcos más la inmediata (e inadmisible) comparación de los hinchas de Boca con el campo de la Bombonera en el partido del 14 de septiembre contra Racing, metieron en la gente la idea de que fue un disparate jugar el partido. Claramente, no lo fue.
Boca tiene pendiente ese trabajo que hizo River, la cancha de Boca estaba inundada y la de River no. El agua en el terreno del Monumental estaba debajo y reducía su cantidad en cuanto la lluvia aflojaba su intensidad. De hecho, una hora después del final del partido, ya sin lluvia, el campo de juego de River estaba para empezar otro partido. Ni siquiera había marcas de pisadas.
Pero hay cierto enamoramiento por el Muñeco Gallardo del sector más influyente de la prensa. Y como River trabaja con la pelota, en bloque, con movimientos muy estudiados, con velocidad, dinámica e intensidad, necesita de determinados factores. De determinados factores que incluyen los factores climáticos. Factores climáticos que, por otra parte, conocíamos desde comienzos de semana. De hecho, en un acto inusual, la AFA previno y suspendió la reserva el jueves «porque el domingo va a llover». Y da la impresión de que Gallardo decidió rogar que no llueva, mientras Arruabarrena prefirió armar un plan alternativo por si se jugaba con agua. Es cierto que un campo mojado perjudica más a River que a Boca. No porque Boca juegue a la defensiva o al pelotazo. Los mejores momentos del equipo xeneize, desde que está el Vasco, ocurrieron cuando mostró una idea bastante parecida a la que exhibe River. La diferencia está en que Gallardo eligió este plantel, hizo la pretemporada con estos jugadores y armó el equipo según su conocimiento de esos futbolistas con los que pasó horas y horas. El Muñeco siempre fue la cabeza del proyecto. River juega muy bien y, seguramente, sin la lluvia se hubiese sentido más cómodo.
Arruabarrena, en cambio, tuvo que hacerse cargo cuando Bianchi naufragó. Tomó a un grupo de jugadores que no eligió, con el ánimo en el último subsuelo, totalmente denostados por la crítica, humillados domingo a domingo. Cambió medio equipo titular y, sobre todo, decidió jugar con Calleri de centroatacante y relegar a Gigliotti (delantero de Boca con mejor promedio de gol después de Palermo) al banco de suplentes. El campo perjudicó más a River porque la idea de juego que propone ya dio sus frutos, ya mostró su mejor cara. Pero pensemos que, en una cancha normal, también Boca hubiese intentado otra cosa.
A los dos o tres minutos de juego, recuerdo haberle dicho a Pablo Ladaga, en la transmisión de AM 1030 Fox Sports Del Plata: «El jugador que mejor se adapta a esta cancha y que entiende cómo hay que jugar es Chávez». El ex Banfield fue un problema de difícil solución para los defensores de River en todo momento. Primero, cuando Vangioni estuvo en la cancha y después, cuando Gallardo decidió jugar con línea de 3. Chávez fue lo suficientemente inteligente para ponerse en los lugares en los que el partido pedía. Sobre el final, cuando ya las piernas no siempre respondían a los mandatos de sus dueños, Chávez fue por el lugar donde faltaba Vangioni y casi gana el partido por su cuenta.
Uno podría hacer dos tipos de análisis, pero uno de ellos sería sobre hipótesis y sólo el otro sería sobre hechos concretos. Es más sencillo decir que Teo y Pisculichi jugaron mal porque «se los impidió el terreno» que pensar en un partido descomunal de Meli y una actuación muy ordenada de Erbes. Acaso las dos cosas sean ciertas, más en el caso de Teo Gutiérrez que en el de Piscu. Pero no todo fue «la lluvia».
Tampoco lo fue en el caso de River. Gallardo está en estado de gracia plena y le salió perfecto lo que pensó de Pezzella. Cuando dejó de lamentarse por la lluvia y entendió por dónde podía venir lo mejor para River, puso al pibe de cuarto delantero y en la primera, metió el empate. Tenía cierta lógica el cambio. Pezzella debe ser el defensor con mejor juego aéreo que tiene River después de Maidana y en esto pensó el Muñeco. También debe haber recordado que River desperdició muchas situaciones de gol, la mayoría de ellas provenientes de pelota aéreas que llegaron desde los costados. La máxima expresión de esto fue un tremendo cabezazo de Mercado en el palo, unos minutos más tarde que el gol de Magallán. Boca dio serias ventajas en este tipo de acciones. O sea, la lluvia le impidió a River jugar como pretende todos los domingos y como lo hemos elogiado hasta el hartazgo, aún en partidos que no ganó, como el de Lanús de la semana anterior. Pero que no haya podido hacer ese juego de presión, posesión y dinámica, no significa que no haya otras armas. Cuando Gallardo deje de quejarse por la lluvia, se dará cuenta de lo cerca que estuvo River, de los tres goles que erró Boyé, del ya mencionado cabezazo de Mercado, del mano a mano que Orión le tapó a Funes Mori y del penal que Mora tiró a las nubes. Y estas situaciones fueron erradas por impericia, no por la lluvia.
El Superclásico fue un espectáculo apasionante. El fútbol no tiene un sólo modo de jugarse, tiene varios. Es un juego que, además de las variantes propias del deporte, tiene otros aditivos que lo convierten en el mejor de todos. El fútbol tiene emoción, estados de ánimo, suspenso, pasión, colores, multitudes que lo siguen, presión, árbitros que aciertan y se equivocan, tiene un resultado… Hay una tabla de posiciones, un reloj que controla el tiempo de juego… Todo esto junto puede entregar un buen espectáculo.
¿Que con tecnología podría haberse evitado el penal que no fue y la posterior expulsión de Gago? Es cierto y propongo utilizar tecnología en jugadas como esa, aún admitiendo que en la cancha y en el primer vistazo, pensé lo mismo que Vigliano, que Gago había cometido mano. ¿Que con cancha seca el partido hubiese sido mejor? Es probable que sí como que no. Hemos visto bodrios insufribles en campos de juego perfectos y grandes partidos en terrenos en pésimas condiciones. ¿Que River hubiese ganado «fácil» con la cancha seca? Incomprobable. Lo que pudo haber pasado no existe. Sólo existe lo que pasó. Por ahí Boca también hubiese hecho algo mejor. Es imposible analizar un hecho sobre condiciones que no ocurrieron.
Y lo que pasó fue que vimos un clásico impresionante, atípico, caliente. Con ingredientes que sólo puede aportar el fútbol. Otros ingredientes, de los tantos que el fútbol puede aportar.
Querido Diego, comparto tus líneas. Personalmente me hubiese gustado que se juegue el partido en otras condiciones climáticas , pero nada nos brinda certezas concretas acerca de lo que hubiera ocurrido si el contexto era otro diferente al que presenciamos el Domingo pasado. Como nos sucede en la vida misma , también el fútbol se nutre de hechos y momentos que no siempre se pueden prever y a los cuales debemos dar respuestas .Será por eso que este juego nos apasiona e identifica tanto cada vez que la pelota vuelve a rodar. Un cordial saludo.