“No me gusta hablar de merecimientos. Para ganar hay que hacer los goles. Si el arquero rival ataja mil pelotas, es mérito del tipo, pero también es defecto nuestro, que no supimos esquivarlo y definir. Si no ganamos, y tuvimos diez chances de gol, es porque definimos mal. Y si definimos mal o definimos lo suficientemente mal como para que el arquero rival las agarre, no merecemos ganar. Más bien, lo contrario”. CARLOS SALVADOR BILARDO.
Battaglia, el hasta hace diez días cuestionado Battaglia, parece haber encontrado la llave del corazón del Consejo de Fútbol: Pol Fernández de 5, parece ser el nuevo credo del éxito xeneize. El que alguna vez “no era tan bueno”, ahora es pieza fundamental en este resurgimiento de Boca que, por el momento, tiene 180 minutos de duración, dos victorias en terrenos complejos –UNO y Monumental– y cierta idea de fluidez en la circulación que empieza a asomar, aunque todavía no con una continuidad dentro del mismo partido que le permita confiar plenamente en este nuevo orden. Pero hay algo diferente. Hay, en los lapsos buenos, una mejor circulación de la pelota, hay cierta seguridad de movimientos que, hasta la derrota con Huracán incluida, no existían.
Es probable que todo esto sea por esa movida de pasar a Pol Fernández a la posición de volante central. El pibe de Granadero Baigorria, en realidad, ya no es un pibe ni se llama Pol. Su nombre es Guillermo Matías Fernández, cumplirá 31 años el próximo 11 de octubre, surgió de las inferiores xeneizes, Falcioni le hizo un ljugar, Bianchi se lo quitó y entre 2013 y 2016, Boca lo prestó a Rosario Central, Atlético de Rafaela y Godoy Cruz. El Tomba lo compró cuando el DT era Gabriel Heinze y explotó en el equipo subcampeón de 2018, con Diego Dabove como entrenador. Racing lo compró en más de 2 millones de dólares y se lo vendió al Cruz Azul en 4.5 millones, tras integrar y destacarse mucho en el Campeón de la Superliga 2018/19. El resto es conocido: Cruz Azul se lo prestó a Boca hasta fines del 2020, Riquelme quiso extender ese préstamo hasta junio del 2021, la gente que maneja a Pol no quiso, se armó un escandalete mediático, Miguel Russo lo separó del plantel con la venia del Consejo de Fútbol. A fines del 21, Pol empezó a recoger el hilo y a acercar posiciones. Un tema personal lo requería en la Argentina a tiempo completo. Se zanjaron diferencias, Boca pagó cerca de 2.2 millones de dólares y recuperó a un futbolista clave en el equipo de Russo de febrero de 2020 y clave para el nacimiento de un nuevo estilo en el equipo actual.
Pol Fernández en el centro del campo, como volante central (o “de 5”, como quieran llamarlo) hace que la salida de Boca sea más clara. El toque de un futbolista con técnica depurada como Pol hace que difícilmente el pase que salga de sus pies no vaya con una idea o un mensaje. En general, cuando Pol Fernández le pasa la pelota a un compañero es porque ese compañero está bien perfilado, listo para recibir esa cesión y seguir escalando hacia los de adelante. Estudiantes, sorpresivamente, no presionó sobre Pol, así que el volante xeneize pudo pensar y ejecutar con cierta comodidad. Contra River, la cuestión fue distinta. Barco, Alvarez y, sobre todo, Enzo Fernández, fueron a cortarle las líneas de pase y/o a taparle posibles receptores. Entonces, el superclásico se convirtió en una excelente ocasión para ver a Pol con un nivel de conflicto más elevado.
A pesar de que en el primer tiempo a Boca le costó mucho salir, Pol Fernández logró sacar la pelota limpia varias veces. El problema mayor fue que los receptores de esas salidas —Medina, Ramírez, Molinas— estaban bien controlados y el progreso hacia la ofensiva se cortaba bastante antes de llegar a Benedetto. Fueron tiempos complicados. Boca sufrió y Rossi llegó a taparle el primer mano a mano de la noche a Julián Álvarez.
En el segundo tiempo, hubo un hecho clave: el gol de Sebastián Villa, a los 9 minutos del complemento. Boca pasó a ganar 1-0 porque el delantero colombiano usufructuó al 100 una duda fatal de González Pirez (curioso refuerzo de River, que había sido prestado dos veces y dejado en libertad en el pasado) y puso a Boca arriba, tras eludir el achique de Armani. La presencia de Pol Fernández en ese sitio le dio a Boca la posibilidad de defender la ventaja a 50 metros de Agustín Rossi o, al menos, intentarlo. Para especular con la ventaja o para pretender que River se desespere y se abra, faltaba una eternidad. Y no es River, justamente, un equipo al que le falte paciencia para construir victorias desde lugares incómodos o desventajosos. Boca tenía que seguir jugando su partido y, para eso, Pol Fernández fue clave otra vez. El volante xeneize obtuvo, en las estadísticas post partido, los mejores números:
1° en intercepciones [5]
1° en recuperaciones [12]
1° en pases completados [28]
1º en pases al campo rival [12]
1° en pases largos completados [4]
Fuente: @sudanalytics
Aunque todo eso que Pol puede darle en ataque, toda ese criterio que el chico de Granadero Baigorria tiene en el nacimiento de los ataques xeneizes, no lo tiene a la hora del retroceso. Es curioso: en Boca se reclaman dos tipos de futbolistas que están cayendo en desuso en el fútbol del mundo. Uno es el volante tapón o de marca y el otro es el 10 clásico, el “enganche”. No vamos a entrar ahora a discutir sobre estos temas, pero los volantes centrales en los equipos más importantes del mundo tienen las aptitudes de Pol Fernández, no las de Blas Giunta, para que se entienda el ejemplo. En el fútbol de elite, se buscan volantes centrales como Gago y Banega, no como Passucci o Krasouski, dicho esto con el mayor de los respetos. Y lo que aquí se añora tanto, el 10 clásico o enganche, en el futbol importante se reconvierten en volantes centrales con gran panorama y la cancha de frente o bien, en mediocampistas externos.
Pero muchos de estos futbolistas de técnica que ocupan posiciones cercanas a los puestos de defensa, deben incorporar algunos nuevos conocimientos. Por ejemplo, cierta capacidad de retroceso veloz y recuperación de balón. ¿Cómo recuperan la pelota los equipos que tienen estos volantes centrales? Es cierto que la pierden poco, que comparten poco y nada la tenencia con los rivales salvo que sea de su misma talla, Pero a Boca todavía no le pasa esto. Boca sufre y le llegan bastante. Le llegó muy claro Estudiantes y le llegó muy claro River. Rossi fue la figura del partido porque salió triunfador de dos mano a mano con Julián Alvarez, porque le sacó de manera milagrosa un cabezazo a Palavecino, un tiro libre a Juanfer Quintero y porque Enzo Fernandez estrelló un remate en el travesaño. Así como es probable que la mejora de Boca sea por esa nueva posición de Pol, estas apariciones de los rivales casi debajo de los palos de Rossi podrían estar vinculadas con lo mismo.
Aquí surge otra pregunta: ¿Habría que armar un doble volante interno con Campuzano? No necesariamente. Hace sólo dos partidos que Pol Fernández está ocupando esa posición, aunque Battaglia contó que lo viene entrenando hace un tiempo. Pero los partidos son otra cosa. Y, objetivamente, los partidos son un mundo aparte. Lo que estamos tratando de analizar aquí son los beneficios y los perjuicios que le trae a Boca tener un futbolista de esas características en ese lugar. Y esos perjuicios podrían solucionarse con mucho trabajo del entrenador, convenciendo a sus futbolistas de que esa es la manera en la que Boca tendrá identidad y comprometiendo a todos –sobre todo a delanteros y volantes– de retroceder y trabajar para la recuperación de manera conjunta, integral.
Battaglia quedó en situación peligrosa después de que Boca cayera ante Huracán. El equipo venía jugando mal desde hace tiempo, pero no perdía. La derrota lo expuso, hacia afuera y hacia adentro. Entonces fue cuando pensó que peor no podía irle y movió las piezas como él venía pensando o como le habían sugerido, para el caso es lo mismo.
Boca no es un dechado de virtudes ni encontró una identidad que lo ponga a cubierto en momentos de zozobra, es cierto. En el club de Riquelme todo se magnifica, para arriba y para abajo. La victoria contra Estudiantes fue valiosa y tranquilizadora, pero no “encontró el equipo” ni mucho menos. Ganarle a River tiene un encanto especial, te acomoda las ideas y te deja dormir en paz. Lo que hay es una luz cuya perilla enciendió Pol Fernandez de volante central. Esa idea es la que asomó y que hay que desarrollar. El equipo ganó en fluidez en la circulación, pero resignó algo de solidez y es un riesgo. Pese a que el equipo mostró una mejoría, tuvo a Estudiantes y a River al borde del empate.
Por lo pronto, Boca festejó hasta la madrugada y está bien. Es el primer clásico que gana con Battaglia como entrenador, es la primera victoria en el Monumental desde 2017 y, tras el gol de Villa y más allá de la magistral actuación de Rossi, no sufrió el trámite más de lo necesario. Pol Fernández fue elegido como el centro de este repunte de Boca porque, justamente, su aparición en un lugar diferente de la cancha parece haberle dado a Battaglia y a Boca la solución a un problema de falta de identidad que el equipo azul y oro viene arrastrando desde hace mucho tiempo.
Ahora, Boca toca con Pol como músico estelar. Y las cosas parecen haber comenzado a fluir.
Más Editoriales
LA CALABAZA SE CONVIRTIÓ EN CARROZA
EL 24 DE MARZO DE 1976 TAMBIÉN JUGÓ LA SELECCIÓN
HONESTIDAD BRUTAL