Parece mentira que ese hombre joven, de poco más de 40 años, vestido con el jogging oficial de la Selección Argentina, que está viendo el partido y dando indicaciones con una seguridad y una serenidad pasmosas, sea el mismo saltimbanqui que a la salida de la pandemia y hasta la semifinal de la Copa América de 2021, se volvía loco porque su equipo tenía 10/15 minutos buenos, en los que, tal vez, convirtiera un gol, y después quedaba a la deriva, a la buena de Dios, sin poder sostener la pelota en su poder y con el arquero como figura estelar casi todos los partidos. Es más, el arquero en cuestión, Emiliano Martínez (a) Dibu, fue el héroe de la semi contra Colombia, atajándole penales en la definición a Davinson Sánchez y Yerry Mina y observando como Edwin Cardona erraba el suyo. Argentina había hecho un muy mal partido, que, por supuesto, hoy se cuenta entre los «30 sin perder». Lautaro Martínez metió un gol en los «10 minutos buenos» de cada partido y Luis Diaz empató a los 16 del segundo tiempo, después de que Dibu evitara varias veces que Colombia alcanzar la igualdad.
Leonel Sebastián Scaloni –de él se trata– encontró la manera de pasar de calabaza a carroza, como ocurre en La Cenicienta, armando una buena estrategia para la final con Brasil. Fue construyendo todo como para que ese día (10 de julio de 2021) fuera el comienzo de un inesperado romance con la gente, de una devoción casi inexplicable de la mayoría de los comunicadores (incluso de quienes antes de ese 10 de julio lo defenestraban) y, sobre todo, de un público joven, ávido de tener ellos también a su Selección Argentina campeona, como la tuvimos los mayores en tiempos de Menotti, Bilardo y Basile, tanto en Mundiales como en Copas América.
A la generación de pibes sub 35 les tocó la Selección de Scaloni y está bien que festejen y llenen los estadios. Y mejor aún está, que el entrenador haya aprovechado la vuelta olímpica en el Maracaná para serenarse y pensar con mayor claridad. Es un fenómeno tan extraño como saludable el de Scaloni. Habiendo sido objeto de críticas por su modo de llegar al cargo, por el destrato al Kun Agüero y Di María en su momento, por insistir con futbolistas fuera de sus puestos o en malos momentos, cuando cortó la sequía de títulos de la Selección, apoyó los dos pies en la Tierra y sus conferencias de prensa pusieron freno a a la exageración periodística y cordura a la locura de creernos los mejores del mundo sin haber competido con un solo rival europeo, desde aquel empate con Alemania el 9 de octubre de 2019, en Dortmund. La rueda de prensa del 24 de marzo de 2022, en la previa del partido con Venezuela, es la mejor demostración de esto. No solo tuvo respuestas firmes, serenas y convincentes, sino que hasta se permitió humoradas que, de no haber ocurrido lo de la Copa América, serían ridiculizadas.
La idea de Scaloni tomó cuerpo post Copa América. Ese logro lo cambió todo y dio por tierra con aquellos quienes relativizan el valor de los resultados. La victoria de Maracaná elevó los rendimientos de De Paul –esencialmente– y Papu Gomez, por citar sólo dos ejemplos. Afirmó en el arco a un titular indiscutido como Dibu Martínez, después de años de Chiquito Romero y sin tener claro quién ocuparía ese lugar en el futuro. Le hizo lugar a quien fuera, como jugador del Atalanta, el mejor defensor de la Serie A Tim: Cristian Romero (a) Cuti. Incluso, hubo cambios sustanciales en estos futbolistas. De Paul dejó el Udinese e hizo un Upgrade yendo al exigente Atlético de Madrid del Cholo Simeone. Papu Gómez terminó disgustado con el DT del Atalanta Gian Piero Gasperini y se fue al Sevilla. Cuti Romero, ya dijimos, también estaba en Atalanta y de allí pasó al Tottenham Hotspur, prestado por la Juventus (dueño de su ficha) en 16 millones de euros. Emiliano Martínez, arquero de enormes actuaciones, dejó la comodidad del Arsenal para buscar continuidad en el Aston Villa, Leandro Paredes ya no está a la sombra de Verratti sino que comparte titularidad con él, Giovanni Lo Celso abandonó el banco del Tottenham (que lo había comprado en 40 millones de euros) y se fue a buscar continuidad al Villarreal de Unai Emery. Lautaro Martínez sigue firme en el Inter y Joaquín Correa también obtuvo un crecimiento en su carrera al pasar de la Lazio al Inter. Messi y Di María acaban de padecer la eliminación de la Champions y la reprobación de los hinchas del PSG, pero esto no afecta sus presencias en la Selección. Les sobra experiencia para llevar la Celeste y Blanca sin problemas aleatorios.
El partido contra Venezuela tuvo, hasta la entrada de Di María y Angel Correa, el ritmo de un entrenamiento. La Venezuela de José Pekerman tiene mejor futuro que presente y Argentina sufrió la ausencia de muchos de los integrantes del equipo base. Sin embargo, esa debilidad del rival y la paz que da el estar clasificados para Qatar 2022, le dio espacio a Scaloni para probar a futbolistas individual y colectivamente. Lautaro Martínez no estuvo porque dio positivo de COVID 19, y en ese lugar, tras el retiro del Kun Agüero, las cosas no están muy claras. Alario no ofrece continuidad para ser número puesto ante la falta de Lautaro y el DT no acude a Julián Alvarez ni siquiera en una situación como la de la noche de La Bombonera. Decidió usar a Messi de centrodelantero, e invertir los perfiles de Joaquín Correa y Nico González sobre los bordes. El zurdo Nico fue a la derecha y el diestro Tucu a la izquierda. Esta inversión de los perfiles de los extremos fue pensada para que los laterales subieran, pero esto lo hizo casi exclusivamente Tagliafico. Molina sigue dejando lugar para que Scaloni lo alterne con Montiel más seguido de lo que alterna otros puestos. Quien dio tranquilidad a Scaloni desde su rendimiento fue Alexis Mac Allister, excelente relevo de De Paul cuando el jugador del Atlético de Madrid rompía hacia adelante y virtuoso ladero de Paredes en la difícil tarea de recuperar la pelota.
Al no dar el resultado esperado, el entrenador corrió a Messi a la derecha, a Nico a la izquierda y dejó de delantero central a Joaquín Correa. El Tucu no tiene la capacidad goleadora de Lautaro o del Kun y ni siquiera de Julián porque no es el puesto de 9 el que mejor le queda. Como es un estupendo futbolista, es entendible que Scaloni no quiera privarse de él. Pero esa presencia de Joaquín Correa nos impide saber si la ferocidad de Julián Alvarez en el torneo local puede repetirse en el nivel internacional y con la camiseta de la Selección.
Las palabras finales de Leo Messi («Después del Mundial tengo que replantearme un montón de cosas») le agregaron un título periodístico nuevo a la fría noche del 25 de marzo de 2022 en la cancha de Boca. Pero también cerraron una jornada de felicidad para los hinchas que llenaron el estadio. No es poca cosa. A veces se cae en un triunfalismo bobo, en muchas ocasiones se habla de ganar el Mundial como si fuera algo sencillo, casi siempre se exagera con lo que tenemos y se dicen cosas de las que después no hay camino de regreso.
Pero, acaso, una de las cuestiones más importantes, sea esta serenidad que encontró Lionel Scaloni para expresar sus ideas y para lograr, a veces mejor y a veces peor, que su equipo represente esas ideas, aún sin los intérpretes habituales, como ocurrió en la holgada victoria ante Venezuela.
Esa serenidad y esa convicción que el entrenador adquirió (o puso de manifiesto) sólo después de ganar la Copa América son, seguramente, uno de los principales argumentos para explicar este tránsito sin escalas de la calabaza a la carroza.
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