Todos hablamos maravillas de River. Muchos piensan que el fútbol argentino mejoró recién en este torneo porque River mostró un camino importante y puso cierta distancia con los demás. Pero la realidad es que River viene sufriendo hace un tiempo, viene resolviendo partidos con más contundencia que fútbol armonioso y que, aunque no parezca, eso también forma parte de este River – Gallardo modelo Segundo Semestre 2014. Según pudimos ver contra Atlético de Rafaela, el primer partido contra Estudiantes y el de anoche en el Monumental, los rivales ya van tomándole la mano. Incluso Belgrano lo tuvo en jaque cuando el partido estaba abierto y una atajada magistral de Barovero a Rigoni lo mantuvo en lo alto.
Lo que pasó anoche en la revancha con Estudiantes tuvo puntos en común con estas presentaciones no tan lujosas de River y otros, que fueron novedosos. Estudiantes superó a River en el 70 por ciento del partido, jugándole de un modo ordenado, con tres o cuatro actuaciones superlativas –Carrillo, Aguirregaray, Auzqui, Correa– y apelando a una fórmula que ya a River le había dolido en partidos anteriores.
A diferencia de muchos de los rivales millonarios, Estudiantes –como lo habían hecho Atlético de Rafaela y Belgrano, por ejemplo– puso dos puntas. Esto no significa «a River hay que atacarlo y vas a ver como le ganás». No es tan sencillo esto. Por suerte, el fútbol no lo es. Los dos puntas tienen el valor esencial de estar amurados sobre los dos centrales de River cuando el cuadro de Gallardo intenta el famoso y no siempre eficaz «salir jugando». Carrillo y Vera fueron los célebres «primeros defensores» de Estudiantes.
Otra cuestión que los últimos rivales de River encontraron como camino para vulnerar al líder es la espalda de Vangioni. El lateral millonario tiene nivel de Selección cuando va al ataque, pero, como todo lateral moderno y con manejo, sus regresos son deficitarios. Y es al regreso de esas excursiones cuando los rivales aprovechan el espacio que queda por detrás. Se supone que Funes Mori tiene que ir a cerrar, pero no siempre el Mellizo llega y, muchas veces, llega descompensado, contra dos rivales que traen la pelota. Otro duelo que Estudiantes ganó fue el de Gil Romero vs. Ponzio y ni hablar cuando Aguirregaray se sumó al medio y decidió atacar sobre la posición de Vangioni.
Sin embargo, River tiene algo que lo distingue del resto: no se pierde goles. Es raro que lo haga. Anoche le pasó en el primer tiempo –Pisculichi la tiró apenas por arriba solito con Navarro, Teo remató desviado un regalo de Desábato que lo dejó solito y solo–, pero, en general, no crea demasiadas situaciones . Pero lo que crea, lo convierte. Las que tiene, las mete. Es difícil que no la meta. En cambio, sus rivales no tienen la misma suerte. Aguirregaray lo tuvo dos veces y le acertó al arquero en ambas. Auzqui quedó dos veces mano a mano. En la primera, le dio pifiado y la tiró afuera. En la segunda, quedó solo a dos metros de la raya de gol y su cabezazo acertó justo a la posición de Barovero. Hubo más: Carrillo juega muy bien, pero concreta poco. Correa tuvo un primer tiempo en el que gambeteó volantes y defensores de River como si fueran postes, pero su remate débil terminó casi siempre en las manos del arquero local. En el segundo tiempo, Estudiantes continuó con la misma idea, pero con los mismos defectos. Hizo correr la pelota, logró que River lo persiguiera sin recuperar, pero atrás siempre estuvo latente algún error de los centrales o de Hilario Navarro.
El gol de Teo Gutiérrez a los 44 segundos de juego es una muestra de lo bien y de lo derecho que anda River. La pelota que le llegó al colombiano, que bajó con maestría y que definió con exquisitez provino de una salida sucia de Estudiantes, de una caída de Pisculichi y de una pelota que quedó boyando sin dueño en la puerta del área estudiantil. Mora la pescó y la tiró para Teo. River llegó y fue gol.
También el empate de Estudiantes vino de una jugada que pintó la noche que River estaba padeciendo por sus deficiencias en la recuperación de la pelota. Auzqui recibió solo en posición «de ocho adelantado», según diría José María Muñoz. Tuvo tiempo de discernir entre abrir a Aguirregaray, que otra vez pasaba al ataque como un tren o tirarla al área para aprovechar la floja noche que River estaba teniendo en las pelotas aéreas que llegaban desde los costados. Eligió la segunda opción. Encontró a Viruta Vera solito, descuidado por Mercado y por todos y con Barovero clavado en la raya. Esta vez, el Pincha no falló.
El segundo tiempo tuvo dos partes bien definidas. La primera de esas partes, lo tuvo a Estudiantes como protagonista principal del partido. A los 48 segundos, Auzqui marró el gol que ya contamos. El arco mide 7,32 x 2,44 y el 7 Pincha le acertó a las manos alzadas de Barovero. Pero el cuadro platense no aflojó y logró ponerse 2-1 con un penal perfectamente ejecutado por Carrillo.
Acá empezó la segunda parte del segundo tiempo. No creo que Pelegrino haya mandado a su equipo a defenderse dentro de su área, no creo que haya sido premeditado. En cambio, pienso que la cabeza jugó un rol fundamental en esta historia. El gol de penal de Carrillo fue a los 5’30» minutos del complemento. ¿A qué DT se le ocurriría meterse atrás a defender durante 40 minutos? A ninguno. Créanme: a ninguno. Esto fue instintivo. Estudiantes se encontró muy pronto con uno de los objetivos cumplidos (llegar, al menos, a los penales) y en la cabeza de los futbolistas eso pesó 10 toneladas. No lo pudieron soportar.
Entonces, Estudiantes retrocedió de manera suicida, sobre todo pensando que los centrales y el arquero no son elementos que puedan dar una garantía de que van a sacar algo o todo. River, que no tuvo una buena noche, empezó a embestir. Después, intentó algo mejor cuando Teo se tiró atrás y se asoció a Pisculichi. Y sin mostrar su mejor versión, River se encontró rodeando el área de Hilario. La noche de River pintaba mal en serio: a un equipo que es casi inexpugnable –desde que está Gallardo, a River le hicieron sólo 11 goles en 22 partidos– le cabecearon todo lo que le tiraron por arriba y le ganaron el medio y las espaldas de los laterales con llamativa facilidad. Por primera vez desde que el Muñeco es el técnico, a River le metieron más de un gol. Es el equipo más goleador de la temporada y no había creado situaciones de gol. Las que tuvo, fueron por fallas groseras del rival y no por jugadas elaboradas.
Recuerdo haber dicho «River está mal, pero le sobran recursos». A River le sobran recursos, a Schunke y Desábato le faltaron. Fue ahí que llegó una seguidilla mortal para Estudiantes, maravillosa para River, decisiva para la serie. A los 14 del segundo tiempo, Schunke le cometió una falta inútil a Pisculichi. El tiro libre –de frente al arco, apenas fuera de la media luna– fue equivocadamente ejecutado por Mora y no por la pegada excelsa del ex Argentinos Juniors. A los 15, corner para River. Ahora sí, la pegada de Piscu. El Flaco Pelegrino decidió poner a Goñi por Aguirregaray («no se hacen cambios durante la pelota parada en contra», seguramente gruñía Osvaldo Zubeldía desde su tumba). El centro llegó perfecto al lugar al que estaba trabajado. Es gol de cabeza de Mora. Otra vez Mora y otra vez de cabeza. Otro rezongo de Zubeldía desde el más allá. A los 17’40», Schunke cometió su error número mil y volteó a Pisculichi cuando el jugador de River estaba de espaldas a la cancha. El zaguero estaba amonestado, pero el flojo Pitana decidió perdonarle la vida. Pisculichi la tiró al punto penal, a donde la tira en tantos y tantos entrenamientos. Funes Mori y Schunke (sí, Schunke otra vez) llegaron a la pelota casi juntos. El casi fue a favor del defensor de River. Cabezazo y adentro. Hilario Navarro fue apenas una sombra que pasó por arriba de la pelota.
Y River ganó 3-2. No tuvo el fútbol de otras tardes y otras noches, mostró deficiencias inéditas, varios jugadores estuvieron por debajo de su real nivel. Sin embargo, lo ganó con dos pelotas quietas, con dos jugadas de esas que cuando el técnico las practica en los días de «puertas cerradas a la prensa» piensa en partidos como estos y en circunstancias como estas.
River tiene defectos. Es humano. Pero sigue ganando. Los rivales lo perdonan y River los mata bien muertos.
Ahora llega Boca. Y ahí la historia será otra. Mejor o peor. Ya veremos.
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