Un vuelo de Aerolíneas Argentinas salió el domingo 19 de agosto de 1973 a las 6.45, desde el Aeroparque Jorge Newbery hacia San Salvador de Jujuy. En ese avión, viajaron quince jugadores de Primera División del fútbol argentino. Esos quince apellidos –algunos ilustres, otros no tanto, otros directamente desconocidos—eran los integrantes de un desprendimiento de la Selección Argentina que se preparaba para las Eliminatorias del Mundial ’74. Desde el aeropuerto de Jujuy, la delegación tomaría un micro hasta Tilcara, el lugar de concentración. El objetivo era el partido del 23 de septiembre, en La Paz, contra Bolivia. Había que llegar a esa fecha y a ese escenario con una preparación adecuada a los 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar que tiene la bella ciudad del Altiplano.
Aquí hay que hacer una breve «puesta en contexto». Argentina no se había clasificado para el Mundial de 1970, es decir, que estar en el de 1974 era una obligación. ¿Cómo no íbamos a estar en dos mundiales consecutivos? Desde 1972, el DT era el mítico Enrique Omar Sívori. Reemplazó a Pizzuti y refundó al equipo argentino, lo rejuveneció. En ese recambio de futbolistas, aparecieron muchos pibes que después tuvieron carreras gloriosas: Alonso, Kempes, Bochini, Trobbiani, el Negro Galván, Fillol, Mostaza Merlo. Estos se sumaron a tipos como Brindisi, que también andaba por los 21/22 años, pero que estaba en el cuadro nacional desde 1969. El trabajo estaba bien pensado por Sívori, pero, como fue costumbre durante muchos años, la AFA y su conducción no estaban en condiciones de acompañar ningún proceso serio. Justamente, sabiendo que la clasificación para México 70 se había perdido en la altura de La Paz y que nuevamente debíamos ir allí –el sistema de eliminatorias era diferente al actual, era por grupos de 3 equipos– Sívori decidió que un grupo de futbolistas y el histórico DT Miguel Ubaldo Ignomiriello viajaran a hacer un trabajo de adaptación a la altitud a Tilcara, la misma idea y misma ciudad elegida por Carlos Bilardo en 1985.
La Selección Argentina, mientras tanto, estaba de gira por España. El plan era correcto. La altura no es «mito”. Si uno no toma ciertos recaudos –movimientos lentos, descansar después de una determinada cantidad de metros recorridos, determinada alimentación— puede sufrir consecuencias muy complejas.
El periodista Carlos Ares, de la revista El Gráfico, cubrió el último entrenamiento de este plantel en Buenos Aires, en CIPRA, una base aérea cercana al aeropuerto de Ezeiza. Hizo una nota en la que reflejó los problemas que debió afrontar este equipo y que ya conoceremos, y su título lo definió para siempre: “EL EQUIPO FANTASMA”. Basta con un repaso por los nombres y apellidos que la integraron para darse cuenta de la importancia que tenía para Sívori este trabajo y que sólo fue valorado con el tiempo:
- Ubaldo Fillol (arquero, River)
- –Jorge Tripicchio (arquero, San Lorenzo)
- Rubén Glaría (defensor, San Lorenzo)
- Osvaldo Cortés (defensor, Atlanta)
- Néstor Chirdo (defensor, Estudiantes)
- Jorge Troncoso (defensor, Vélez)
- Daniel Tagliani (defensor, Vélez)
- Reinaldo Merlo (volante, River)
- Rubén Galván (volante, Independiente)
- Marcelo Trobbiani (volante, Boca)
- Ricardo Bochini (volante, Independiente)
- Oscar Fornari (delantero, Vélez)
- Mario Kempes (delantero, Instituto)
- Aldo Poy (delantero, Rosario Central)
- Juan Ramón Rocha (delantero, Newell’s)
Fillol tenía 23 años y recién había llegado a River desde Racing. Bochini tenía 19 y en noviembre de ese 1973 se consagraría al hacerle el famoso golazo a la Juventus que le dio a Independiente su primera Copa Intercontinental. De Mario Kempes (que también tenía 19 años) basta con mirar la foto eterna del grito del ’78. El Hueso Glaría jugó muchos años en la Primera de San Lorenzo, Racing y obtuvo el ascenso a Primera con Sarmiento de Junín en 1980. Poy ya había hecho el celebérrimo gol de palomita a Newell’s en 1971, que disparó hasta un cuento de Fontanarrosa. Mostaza Merlo terminó su carrera en 1984, siendo el jugador que más veces jugó con la camiseta de River. Oscar Fornari (fallecido en octubre de 2019 a los 69) era un rápido delantero sanjuanino, de pasos exitosos por Vélez –donde jugaba en el momento de esta convocatoria– y Gimnasia. Daniel Tagliani —«Tenía músculos hasta en las pestañas», me dijo Miguel Russo alguna vez– también estaba en Vélez, pero había surgido de Banfield y, posteriormente, llegaría a Estudiantes para convertirse, según Bilardo, en «el primer stopper del fútbol argentino». Marcelo Trobbiani fue un jugador de fantasía, un gran pisador que arrancó de volante central en Boca y terminó más cerca de los atacantes en el gran Estudiantes de comienzos de los 80. Juan Ramón Rocha salió de Newell´s, pasó por el Boca de Lorenzo y desarrolló una gran trayectoria en el fútbol griego, donde es un prócer. Jorge Troncoso era un gran proyecto. Apareció en Vélez y creció hasta que una lesión en la rodilla lo marginó. Regresó después de una larga recuperación, pero nunca fue el mismo, pese a que hasta pasó por el River de Labruna. El Baby Cortés fue figura e ícono del Atlanta ’73 que dirigió Pipo Rossi y que llegó a las instancias finales del Nacional de ese año. Jugó en España y, al regreso, fue líder del Platense ’80 del Polaco Cap, que terminó tercero en el Metropolitano de ese año. Néstor Chirdo surgió de Estudiantes, pasó por Racing y luego extendió su carrera en el ascenso y lo mismo ocurrió con Jorge Tripicchio, después de aparecer con algún suceso en San Lorenzo.
Estos jugadores se fueron sin tener arreglada la parte económica. Se les dijo que iban a jugar cuatro partidos en el norte del país y sólo estaban convenidos uno en Jujuy y otro en Cuzco contra Cienciano. La AFA les pagaría el sueldo a los jugadores, con el mismo importe que tenían en sus clubes. Pero el problema era que los salarios eran relativamente bajos. Los futbolistas importantes hacían la diferencia con los premios y, al no participar del torneo local, no los cobraban. El arreglo era sólo por ganar los amistosos (“100.000 de los viejos”, dijo un jugador… Vaya uno a saber cuánto era). Si perdían, no cobraban. Lo peor fue que hasta tuvieron que jugar partidos amistosos para pagar el alojamiento.
«Viajé a Buenos Aires un día y medio porque si pasan mas de dos, se pierde todo lo adaptado a la altura. Fui a la AFA a buscar ropa y plata. Me dieron poca ropa y apenas 2.000 dólares. Hubo que hacer malabares con el dinero», cuenta hoy Miguel Ignomiriello, a los 93 años y con una lucidez admirable.
Y no fue lo único…
- Un mes antes, estaba hecho el pedido para abastecerse de ropa para entrenamiento y partidos. Nunca hubo respuesta. El jueves anterior a la partida hacia Jujuy, Ignomiriello se ocupó personalmente del tema y se lo resolvieron a las apuradas. Para hacer ese trámite, el técnico debió dejar un entrenamiento que estaba dirigiendo.
- Cuando la Selección jugó en Chile, viajaron tres dirigentes. En la gira que se estaba haciendo por España en ese mismo momento, también había tres. La delegación “fantasma” no tenía presidente. La AFA llamó a siete dirigentes y todos ellos, con cualquier excusa, se negaron a viajar. Ignomiriello logró, después de hablar bastante, que el directivo Dante Livi presidiera la delegación.
- Como técnico de selecciones formativas, Ignomiriello tenía un sueldo y cobraba la mitad de los premios de la Selección Mayor. Ahora era el técnico alterno de Sívori, le correspondía el ciento por ciento. En la AFA siguieron pagándole la mitad.
- Los jugadores estaban muy disconformes. El caso más contundente fue el de Merlo, que decidió abandonar la Selección porque no soportaba la altura ni las condiciones en las que vivían los jugadores en Tilcara.
- Troncoso estaba enojado con Sívori porque no lo llevó a la gira. Fillol y Jota Jota se pelearon con la dirigencia de la AFA por los premios y la relación era muy tirante. Los pibes Tripicchio y Chirdo no tenían un peso porque sus carreras en Primera eran cortas o nulas. El Baby Cortés también se quejó “yo soy 4, nunca jugué de 3. Están Pernía, Rosl, Correa… ¿Para qué se llevó a los tres y me dejó a mí en ese puesto si no es el mío?”
- Una mañana –todavía en Buenos Aires—Juan José López se quedó dormido. No sólo nadie lo llamo para despertarlo, sino que nadie se dio cuenta de que había faltado. Jota Jota López renunció a esta Selección antes de salir hacia Tilcara.
- Hoy genera sorpresa, pero, en aquel momento, las selecciones argentinas eran destratadas y hasta había jugadores que rogaban no ser convocados. A algunos futbolistas les dieron el uniforme de viaje la noche anterior o el día del viaje. Estos últimos se cambiaron de ropa arriba del micro que los llevó desde la AFA hasta Ezeiza.
Jugaron un amistoso en el estadio de Gimnasia y Esgrima de Jujuy con una suerte de combinado provincial, dirigido por José Yudica (entonces técnico de Altos Hornos Zapla). Terminó 1 a 1 y el equipo fue silbado. Tras que la pasaban mal, sin plata, ni comida adecuada, ni amigos, ni familia, jugaban y eran insultados. Les habían prometido cuatro partidos en el norte argentino y cuatro en Cuzco. Apenas jugaron uno en Jujuy, ese de los insultos. Después hubo otros, ganaron un par de trofeos y algunos pesos como para ir pagando el alojamiento.
El mal humor de los jugadores para con Sívori, el interventor Baldomero Gigán y para los dirigentes en general iba in crescendo. Los familiares de los futbolistas pasaron a cobrar los salarios por la AFA y se fueron sin recibir ni un centavo. La plata no estaba, pese a las promesas. Los “Fantasmas” se sentían absolutamente abandonados.
«Viajamos con un psicólogo, Jorge Escudero. Ya había trabajado con uno en 1964, en la famosa Tercera de Estudiantes de La Plata. Lo llevé porque, a los efectos físicos de la altura, se sumaban los psicológicos. Los jugadores no querían ir. J. J. López no quiso ir y Merlo se volvió desde Tilcara. Para ellos era difícil. Jugaban en la Primera de River. Ver que había compañeros jugando en Europa y ellos tenían que estar acá o en Tilcara, era duro» (Miguel Ignomiriello).
«Jamás había estado en un plantel con un psicólogo. Escudero, se llamaba. Charlaba con nosotros, nos contenía. Vos me decís que viajó un dirigente llamado Dante Livi. La verdad, no recuerdo que haya habido ningún dirigente» (Ubaldo Fillol)
«Viajó un dirigente, Dante Livi. Creo que era de Racing. Pero no hacía nada, ni siquiera lo que le correspondía. Todo corría por nuestra cuenta. En Perú, habíamos acordado jugar por 5.000 dólares que nos venían bárbaro. Pero cuando terminó el partido nos dieron sólo 1.500 porque leyeron que la Selección Argentina estaba de gira por Europa y nosotros, según ellos, no éramos la Selección Argentina. No hubo forma de que nos pagaran lo convenido. Y toda esa pelea por la plata la llevamos adelante el Profe Cancela y yo, no hubo ningún dirigente» (Miguel Ignomiriello)
Por fin, llegó el momento del partido. Los especialistas les habían hecho pruebas de resistencia a la altura a todos los jugadores seleccionados, no sólo a los que viajaron a Tilcara y Humahuaca. Los resultados de esas pruebas arrojaron, como resultado, que Carnevali, Bargas, Telch y Ayala eran los futbolistas que mejor soportaban los efectos de los 3.500 metros de altura. Pero el equipo iba a salir de los que estuvieron casi un mes trabajando en la más oscura de las soledades.
La sorpresa llegó el 22 de septiembre, la noche anterior al partido en el estadio Hernando Siles. Si bien el técnico que saldría con el equipo iba a ser Ignomiriello, el que mandaba y el que tenía la última palabra era Sívori, que había llegado ese mismo día a la ciudad boliviana. La primera sorpresa en la formación fue el arquero. “Carnevali”, dijo Sívori. El Pato Fillol, que daba por sentada su titularidad, se levantó y se encerró en su cuarto a llorar. Sabido era que el arquero de Sívori era Carnevali. Era el que más le gustaba. Tanto era así, que no citaba a Santoro –a quien también respetaba—para que Carnevali jugara cómodo, sin sentirse presionado por un arquero de renombre como lo era Pepé. Más adelante, la citación de Santoro para el Mundial ’74 le dio la razón a Sívori. El trinomio que lo sucedió en el cargo prometió titularidad a Santoro, pero a la hora de la verdad, puso a Carnevali. Eso le generó una interna que explotó en pleno torneo. Ahora, el Cabezón tenía un lío en puerta. Fillol no era de quedarse callado, aunque esta vez no dijo nada, sufrió en silencio. Pero el Cabezón se dio cuenta inmediatamente de que el Pato no iba a perdonarlo.
«Terminó el partido y me puse a llorar como un chico. No hice ningún planteo y no dije nada, pero me dolió mucho no jugar después de todo lo que habíamos pasado. Sufrí como loco, me quería matar. Me había comido toda esa gira, la adaptación. Después, Sívori renunció, no llegó al Mundial. Fue Víctor Rodriguez en su lugar y, como me conocía de Racing –fue quien me llevó, de hecho–, me llevó al Mundial de Alemania de tercer arquero. Pero todavía recuerdo la amargura que tenía. Estaba muy ilusionado con jugar» (Ubaldo Fillol).
La formación siguió con tres “fantasmas” y uno “del llano”: Glaría, Bargas, Tagliani y Cortés, el que “nunca jugó de tres”. En la línea de volantes, también mezcló. Rubén Galván fue el volante derecho, la Oveja Telch el cinco y Aldo Pedro Poy, el diez. El ataque lo compusieron –también- dos “fantasmas” y un “llano”: Fornari, Ayala y Kempes. Las presencias de los “llanos” no cayeron bien en los “fantasmas” que quedaron afuera. Donde jugó Bargas, bien pudo haber estado Jorge Troncoso, que había estado en la Selección “del llano” y a punto de subir al avión para ir a España. Lo de la Oveja Telch, en cambio, podría tener alguna explicación. Telch había pasado exitosamente las pruebas de oxígeno. Mostaza Merlo abandonó la concentración norteña en una situación que ya comentamos, y Marcelo Trobbiani –el otro cinco en cuestión—no sólo era muy joven, sino que no tenía el poder de contención que tenía Telch. Trobbiani y Bochini se habían hecho ilusiones de jugar, pero la realidad les pasó por encima. El Bocha pensó que podría haber tenido un lugar, si no jugaba Ayala y Poy se corría más adelante. Sívori prefirió llenar casilleros con los “del llano”. Como consuelo, Trobbiani y Bochini fueron los únicos suplentes que ingresaron en el partido con Bolivia del 23 de septiembre.
«Armé el grupo con futbolistas que ya conocía y varios que ya había llevado al torneo juvenil de Cannes de 1973. Bochini, Trobbiani, Tripicchio, Rocha, eran jugadores que yo había utilizado en ese torneo. Ya los conocía. A Trobbiani lo conocí y lo llevé con edad de quinta. Kempes fue el primer jugador del interior del país que jugó una eliminatoria sin pasar por un club de Buenos Aires o de los que jugaban habitualmente los torneos Metropolitanos. A Fornari lo tenía ya marcado por sus goles en Vélez. Era un grupo de excelentes jugadores y muy buenos pibes, muy humildes» (Miguel Ignomiriello)
Argentina ganó 1 a 0 con un gol de Fornari a los 18 minutos del primer tiempo y logró afirmarse en el primer puesto. Como veremos, Argentina, a esta altura, ya había goleado a Bolivia en Buenos Aires e igualado con Paraguay en el estadio Defensores del Chaco. Estábamos con un pie y medio en Alemania ’74. Sólo quedaba Paraguay en Buenos Aires con los “del llano”. Pero de esta experiencia, la de los “fantasmas”, se dijo poco y pasó mucho. Estos Jugadores estuvieron en Tilcara, la Quebrada de Humahuaca y Cuzco, jugando partidos organizados por Ignomiriello y con el fin de recaudar dinero para tener en el bolsillo y pagar alojamiento y comidas. Es más, muchas veces llegó a cocinar el mismo Don Ubaldo…
«Cuando llegamos a Buenos Aires, nos pagaron todo, después de mucho protestar. Cuando estábamos en la gira, tuvimos que ir a jugar para poder pagar los hoteles y la comida. Viéndola en el tiempo, fue una gran experiencia, pero, en el momento, fue durísimo. Éramos un excelente grupo de pibes, nos ayudamos mucho entre todos. Había mucha humildad» (Ubaldo Fillol)
Esta victoria sobre Bolivia sirvió para dejar al equipo casi clasificado y, por esa razón, cuando todo terminó, la AFA decidió pagarles a los “fantasmas” el mismo premio que a los jugadores titulares que había elegido Sívori. Fue el único gesto más o menos considerado de la AFA hacia estos quince futbolistas que dignificaron su profesión.
SÍNTESIS
BOLIVIA…………….0
ARGENTINA……….1
Fornari (‘18)
– Partido del grupo 2 de Sudamérica. Competición Preliminar del Campeonato Mundial de Fútbol 1974.
– Jugado en el estadio Hernando Siles de La Paz, Bolivia.
– Árbitro: Arnaldo César Coelho. Asistentes: Sebastián Rufino Ribeiro y Joaquín Gonçalves Da Silva (Brasil).
BOLIVIA: Carlos Conrado Jiménez; Angulo, Antelo (capitán), Hugo Pérez, Iriondo; Freddy Vargas, Costa*, Ovidio Mezza Soruco; Raúl Alberto Morales**, Linares, Juan Carlos Fernández. DT: José Carlos Trigo.
*Reemplazado por Olivera a los ‘75.
** Reemplazado por Llado a los ’66.
ARGENTINA: Carnevali; Glaria, Bargas, Tagliani, Cortés; Galván, Telch (capitán)*, Poy; Fornari, Kempes**, Ayala. DT: Enrique Omar Sívori – Miguel Ubaldo Ignomirielo.
* Reemplazado por Trobbiani a los ’76.
** Reemplazado por Bochini a los ’64.
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