¿Quién es, en realidad, Marcelo Nicolás Lodeiro Benítez? En primer lugar, es un botija nacido en Paysandú el 21 de marzo de 1989. Está a punto de cumplir los 26 años, es el hijo menor de Alfonso Lodeiro (fallecido en 2011) e Isabel Benítez y hace ya unos cuantos años, decidió hacer el bolsito e irse a vivir a la pensión de Nacional de Montevideo, una vez que con sus enanos 12 años impresionó a quienes le tomaron la prueba en Los Céspedes. Un día de 2007, la Comisión Directiva de Nacional decidió contratar a Daniel Carreño como entrenador, como una manera de volver a confiar en un hombre con pasado tricolor. Carreño había estado en el Bolso Campeón de todo en 1988. Ahora llegaba de dirigir a Montevideo Wanderers. Otro día de 2007, el 19 de agosto, Carreño decidió poner en Primera al gurí que la rompía en la Reserva. “Nico Lodeiro, vas a jugar en la Primera”. Era lo que Nico había soñado. El rival era Fénix, pero poco importaba. Podría haber sido el Barcelona de Pep. Nico Lodeiro quería jugar en Primera. Este sanducero de apenas 18 años estaba a punto de comenzar una carrera rápida, rara, exitosa.
Tuvo que esperar hasta casi fin de ese año para meter su primer gol. Se lo hizo a Progreso. Carreño utilizó a Lodeiro como volante izquierdo, en esos tiempos iniciales de la carrera. Nico era un zurdo picante, veloz, agresivo, profundo. Venía amagando con convertir desde su primer partido, pero lo hizo bastante después. No era de hacer goles. Más bien, le gustaba gestarlos, tratar de ganar en el mano a mano que le tocara en su banda y allí hacer la diferencia para después asociarse con un compañero mejor ubicado.
https://www.youtube.com/watch?v=h4hXx1mhpPA
Carreño se fue a fin de ese año y su sucesor fue Gerardo Pelusso, un hombre cuya carrera de futbolista se vio terminada a los 29 años por una lesión y debió apurar su camino como entrenador hasta convertirse en uno de los más prestigiosos de esta parte del mundo. “Si jugás libre por el medio, la vas a romper”, le dijo en una charla privada. Lodeiro empezó a jugar por el medio, en un lugar más de “10” clásico y, efectivamente, “explotó”, según cuenta mi colega y amigo uruguayo Edward Piñón.
“Explotó” significa que manejó tiempos, pelota, equipo y trámite, significa que fue el sol alrededor del cual se movieron como satélites el resto de sus compañeros. En ese 2009, Lodeiro llevó a Nacional a la semifinal de la Copa Libertadores de América. Lo eliminó Estudiantes (el campeón), pero la actuación de Nico no quedó en la nada. Vinieron a buscarlo desde Europa.
Se fue al Ajax, el mítico club que revolucionó tácticas y estrategias del fútbol en los 60, con Rinus Michels y Johan Cruyff. Su pase costó 4 millones de euros. Disfrutó como un chico la aventura del “futbolista-latinoamericano-exitoso-que-va-a-Europa”. A Lodeiro le tocó Amsterdam, la bella ciudad de los excesos. Ya le había costado el paso enorme que cambiar una apacible vida en Paysandú a convivir con el tránsito de la 18 de julio. Imaginen pasar de las caminatas por Pocitos a vivir en Amsterdam, con las dificultades del idioma, con el rigor del entrenamiento, con el “termina el entrenamiento y me voy a casa”, con esos inviernos durísimos que adornan las maravillosas calles europeas, pero que te someten a una vida sedentaria y casi sin relaciones, si sos de este lado del planeta.
La verdad es que a Lodeiro no le fue bien en Europa. Jugó poco, no impresionó al entrenador. A eso hay que sumarle dos lesiones en el pie que lo dejaron fuera del Mundial 2010 antes del final y con muy poco recorrido en el Ajax en la temporada 2010/2011. El Loco Abreu lo recomendó al Botafogo y Nico decidió dejar Amsterdam para venirse al calor de Río.
En Botafogo jugó dos temporadas y media. En el fútbol brasileño, encontró un habitat ideal para desarrollar su juego. Lodeiro no es “un diez que corre”. Decir eso es minimizar sus enormes condiciones. la liga de Brasil permite a jugadores talentosos desarrollar sus condiciones sin tanta presión en el medio, sin que los “raspen” demasiado. De Botafogo se fue a Corinthians, a mediados del año pasado, aunque ahí sólo jugó siete partidos.
El Vasco Arruabarrena, conocedor del futbol uruguayo por su paso por Nacional, siempre pensó en Lodeiro para Boca. Nico le cubre muchas carencias que Boca tuvo en los últimos tiempos, sobre todo en la era post Riquelme, sin que, por supuesto, esto no intente ni por asomo ser una comparación con Román. Lodeiro es capaz de hacer que la pelota le llegue redonda a los de arriba. Eso es determinante para que un equipo pueda generar situaciones de gol. En estos partidos, Boca tuvo poca pericia para definir (vs. Wanderers, vs. Atlético de Rafaela), pero generó mucho. Antes, le costaba muchísimo legar limpio. Otra cosa que hace muy bien Lodeiro es estar siempre a tres metros del compañero que tiene la pelota. Siempre es la primera opción de pase. Impresiona su excelente lectura del juego. Esta condición, seguramente, la adquirió cuando jugó de doble cinco por disposición del Maestro Tabárez, cuando acompañó al guerrero Arévalo Ríos en la mitad, en esa fórmula que tan bien usó el Estudiantes de Sabella en 2009, con Braña y Verón. Además, la presencia de Lodeiro le dio más compañía a Gago, más posibilidades al cinco y excelente salida a los de atrás. En los últimos 9 goles de Boca, Nico participó en 7.
Boca trajo a un jugador valioso, de enormes condiciones y a una edad ideal. Lodeiro está entregando talento, despliegue y visión de juego en partes grandes e iguales. En estos tiempos de marketing, de farandula, de un público de aplauso fácil y vara muy baja, apareció un futbolista que con sólo abrir los ojos, darle la pelota al compañero y mejorar a los que están alrededor, se ganó el respeto de todos.
Con fútbol. Como debe ser.
Más Editoriales
LA CALABAZA SE CONVIRTIÓ EN CARROZA
EL 24 DE MARZO DE 1976 TAMBIÉN JUGÓ LA SELECCIÓN
BOCA TOCA CON POL