Existe una idea generalizada de que si este Boca Versión 2015 llega al objetivo final de la vuelta olímpica, será recordado solamente porque es el Boca “del regreso de Tevez” y no por mucho mas. Ni siquiera lo eleva en la consideración el altísimo porcentaje de puntos que obtuvo desde que el Vasco Arruabarrena es el entrenador, porque le meten en la bolsa la eliminación internacional a manos de River. Tampoco –parece– lo ayudó el haberle ganado a River los dos partidos locales y 5-0 en Mar del Plata. “Boca quería la Copa y la Copa la ganó River”, responden conspicuos conocedores del famoso y nunca bien delimitado “Mundo Boca”.
En Avellaneda, esa idea se reforzó. O, al menos, se expuso en un clásico importantísimo, fundamental para las aspiraciones de Boca y para que Racing afirmara equipo, pretensiones y un lugar en la Liguilla Pre Libertadores, con una ambición justificada de terminar segundo para ir derecho a la Copa. La Academia consiguió imponer un juego tan dinámico, tan ancho, tan profundo y tan constante, que Boca se llenó de dudas. Algunos futbolistas xeneizes y el propio entrenador apelaron al viejo y querido “cuando quedamos con 10 se desvirtuó”, pero, al margen de una pésima definición de Lodeiro que Saja neutralizó con sencillez, Racing fue siempre el dueño de ese mundo de 90 minutos. Su gente llenó el estadio y el equipo dio una respuesta acorde con lo que se espera de él.
Hay una realidad: la espalda de Cocca en Racing es mucho mas ancha que la de Arruabarrena en Boca. Lo que se discute de Cocca puertas adentro (lo que discuten varios dirigentes, en realidad) es el mal trato o el ninguneo a los técnicos de inferiores mas el deseo del DT de obtener superpoderes para hacer todavía mas cambios. En términos estrictamente futboleros, Cocca pretende que le den la llave del club. Y ningún dirigente de Racing –ni siquiera Victor Blanco, que es su sostén principal– quiere otorgarle esos superpoderes.
Pero Cocca hizo de Racing un equipo confiable, cuyo mayor mérito es la versatilidad. Maneja varios conceptos. Esa es la ventaja de Cocca sobre el Vasco. Ganó el Torneo de Transición del 2014 y ese logro, le ensanchó la espalda para poder darle al equipo un salto de calidad, aun postergando a tipos muy queridos por la gente, como Ezequiel Videla y, en su momento, Gastón Díaz. Racing es un equipo que puede tener posesión eterna, pero, también, es un cuadro que puede hacer un 4-4-2 bien ancho como el que hizo ayer. Otro gran mérito de Cocca es haber enriquecido a Bou. Uno ve esta versión de La Pantera y piensa en que si tienen importancia los entrenadores. Es hasta risueño escuchar declaraciones de Cocca para sus amigos (“Tenemos que ser nosotros”, dijo ayer en la previa) y después ver que su equipo juega cada partido como una historia nueva. Es real que Racing nunca se mete atrás ni arma estrategias que tengan a sus futbolistas muy cerca de Saja. Y es lógico. Racing es un cuadro grande, tiene una ambición acorde a su camiseta. Pero el equipo tiene retrocesos ordenados y una disciplina que lo convierte en un cuadro temible.
Boca hizo todo al revés. Racing puso a Pillud de un lado y a Voboril del otro para trepar por los costados, mas Noir a la derecha y el Huevo Acuña a la izquierda. Y Boca no puso volantes para combatir esa zona. Racing siempre tuvo la intención de lastimarlo por afuera. Boca lo supo y casi no lo obstruyó. No es casual que el primer gol de Racing haya venido por una excelsa jugada de Pillud por la derecha y la jugada del penal y expulsión del Cata Diaz hayan llegado desde la izquierda, primero por una corajeada de Voboril y después por esta versión mas integral de Bou que se corrió al extremo, vio y metió un pase atrás a Romero, otro de gran partido.
El Vasco armó una suerte de Rombo para contraponer al 4-1-4-1 de Cocca. Erbes quedó como único recuperador, muy en desventaja contra Cerro – Aued – Romero. Sobre todo, porque ni Perez ni mucho menos Lodeiro escucharon los gritos desgarradores de Arruabarrena pidiendo que, cuando la pelota la tuviera Racing, se alistaran a los costados de Pichi para ayudarlo a poner la pelota de nuevo en poder del cuadro azul y oro. Hubo un rato en el que Carlitos Tevez ocupó un espacio amplio entre la espalda de Aued y los centrales de La Academia, pero duró poco. Si bien un taco de fantasía del pibe de Fuerte Apache y una corazonada de Erbes le dieron el empate a Boca, la cosa no estaba bien. El equipo no dio confianza nunca.
Racing lo expuso mucho. Le generó un constante mano a mano por los costados y Peruzzi y Colazo lo sufrieron. El conjunto jamás acudió en su ayuda, nunca les dio un paliativo. Los dos laterales xeneizes se pasaron la noche viendo trenes blanquicelestes que llegaban de frente y ellos sólo tenían una gomera para combatirlos. Es real que el penal-gol y la expulsión del Cata Diaz –todo bien sancionado por el arbitro Patricio Loustau– movió las estructuras del partido. En ese nivel de exigencia, un jugador menos es mucha ventaja, pero fue lo que pasó y hubo que arremangarse. Pero Boca no reaccionó en la adversidad. Siguió con el mismo plan de juego con el que empezó todo y nunca llegó desde el banco alguien que revolucionara al equipo. Tevez hizo un caño dentro del área apenas empezó el segundo tiempo y casi mete el gol del empate, pero no hubo nada mas. Calleri se perdió entre los dos centrales académicos y la lucha de los volantes la ganaron claramente los soldados de Cocca.
Entrenadores y futbolistas suelen decir que “estos partidos son buenos para darnos la medida exacta de donde estamos parados”. Si esto es así, Racing debe estar lleno de fe para el compromiso con Rosario Central por la Copa Argentina. Jugó el clásico con la estrategia y el compromiso adecuados. En cambio, a Boca le corrieron el telón, quedó a la vista de todos. Le mostraron sus defectos tácticos, de planificación y, sobre todo, anímicos de modo casi cruel. De ese pozo debe salir, a dos fechas de terminar el torneo, con un Tevez exhausto y un equipo que casi siempre lo deja solo. Boca venía de jugar muy mal contra Argentinos y Crucero del Norte y de obtener una sencilla victoria contra un inocente Banfield. Algunas alarmas se habían encendido, pero, como los resultados fueron buenos, a nadie pareció importarle.
Ahora las cosas son diferentes. Racing le ganó con autoridad, lo superó de punta a punta y lo llenó de dudas.
En otra palabras, a Boca lo desenmascararon.
https://www.youtube.com/watch?v=Jfk3gn8Atj8&feature=youtu.be&a
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