Cuando Faustino Marcos Alberto Rojo clavó ese derechazo abajo (“lejos del alcance del arquero Uzoho”, dirían los epígrafes de las viejas crónicas) y salió corriendo en un festejo loco, perseguido por Messi y Agüero, inmediatamente apareció la imagen de Alejandro Sabella en algunas mentes. El grito, la locura y el revoleo de lo que se tiene a mano es la reacción del momento, pero Marquitos lleva los pensamientos para muchos lugares, empezando por el barrio El Triunfo (cuando sólo era “Becho”) y haciendo base en la nublada pero bella Manchester. Todo eso –Becho, Sabella, El Triunfo, Manchester– podria ser un resumen de su vida.
Y tal vez hayan sido aquellos duros dias de El Triunfo los que le moldearon el carácter, los que se le instalaron en esa cara con rasgos que parecen tallados en piedra, los que le permitieron imponerse a cualquier reemplazante que los entrenadores post – Sabella quisieron anteponerle, Sampaoli incluido. Ya fue muy nombrado Sabella y es porque lo transformó en lateral izquierdo. Fue en aquel Estudiantes 2010 que hoy tuvo tres respresentantes en la noche blanca de San Petersburgo: Marcos, Enzo Pérez y Gabriel Mercado. Justamente Mercado –otro futbolista formado como central al que el bendito Pachorra también transformó en lateral– le tiró el centro para el gol que, hasta acá, es el más importante de su carrera.
Como lateral izquierdo todo fue bien, hasta que llegó la final del Mundial y ahí cayó en el enfermo descrédito de una buena parte del público y prensa futboleras. Rojo –al igual que Maradona y Goycochea en 1990– perdió la final del mundo. Sabella abandonó su cargo y el Tata Martino llegó con ideas renovadoras. Pensó en Cristian Ansaldi y Milton Casco, dos viejos conocidos, para ocupar la plaza que le perteneció a Rojo durante los años de Sabella. O sea, el Tata iba a impregnarle algunas modificaciones relacionadas con sus años de Newell’s. Ansaldi y Casco son dos laterales de oficio, diestros y pueden jugar por cualquiera de las bandas. Marcos es zurdo cerrado. Esta condición fue la que impulsó a Sabella a correrlo hacia un costado y armar, en aquel momento, una linea de 5. Equivocadamente, siempre se piensa en un futbolista técnicamente limitado pero no lo es. Aquella rabona increible en el Mundial de Brasil pareció una torpeza, pero suplió una limitación –nula utilización de la pierna derecha– con una habilidad natural.
Ya habia aparecido con Martino brevemente, pero con Edgardo Bauza la duda sobre la continuidad de Rojo fue mayor. Emmanuel Mas era su preferido porque fue titularinamovible en el San Lorenzo que llegó a ganar la Copa Libertadores en 2014. Mientras tanto, Rojo ya estaba en el Manchester United. Esto nos servía a los que deciamos “miren que Marcos no está en cualquier club, está en uno de los mejores clubes del mundo”, pero no habia caso. Bauza insistía con Mas (muy pedido por cierta prensa inmediatista que queria la cabeza de Rojo por la pérdida de las finales y porque Marcos habia sido expulsado en EEUU), aunque Marcos Rojo logró estar en cinco de los ocho partidos que dirigió el Patón.
El 25 de mayo de 2017, en una jugada fortuita, Marcos se rompió el ligamento cruzado de su rodilla izquierda en un partido de Europa League contra el Anderlecht. A un año del Mundial y con un DT nuevo a punto de asumir, la suerte de Rojo estaba echada. Sampaoli llegó con algunas nuevas ideas y en casi ninguna de ellas estaba Rojo. Su intención era hacer una línea de 3 con Mercado, Otamendi y Funes Mori, pero el Mellizo se rompió la rodilla en marzo de 2017, volvió a operarse en julio del año pasado y llegó a marzo de 2018 sin otra competencia que partidos livianos en la Sub 23 de Everton.
La chance de Rojo y las dudas de Sampaoli comenzaron a crecer al mismo tiempo. Al DT de la Selección le gusta que su zaguero izquierdo sea zurdo y Rojo –que también estaba volviendo de la lesion, aunque sin recaidas y con mas tiempo de recuperación que Funes Mori– empezó a entrar en los planes porque fue central en sus origenes y porque Mourinho lo utiliza mas de zaguero izquierdo que de lateral. Entonces, ya entrado 2018, Sampaoli cedió y lo llamó. Apareció en el 1-6 con España y otra vez la vieja canción descalificatoria a los históricos: “Basta de Rojo”. Marcos entró en el segundo tiempo del entrenamiento con Haití y no hubo más pruebas.
EL pibe de El Triunfo esperó y entró con Islandia. “Lo puso Mascherano/Messi”. Rojo jugó en un nivel inferior a lo que le conocemos, quedó fuera en la extraña formación del 0-3 con Croacia. Su regreso fue en el peor momento, después de una insoportable semana de rumores y con la insistencia de que, “salga como salga el partido”, Sampaoli iba a renunciar. Ahí fue cuando apareció Rojo, de 6 en linea de 4, cortando y asegurando el pase a los sitios correctos, ganando arriba y abajo ante los gigantes nigerianos, dando seguridad a ese tandem que formó con Tagliafico y del que fue celoso custodio cuando el lateral del Ajax atacaba.
Como Sabella en el Estudiantes de 2010 y ya con Tagliafico reemplazado, a Rojo lo corrieron al lateral para que fuera Tagliafico y Di Maria juntos y al mismo tiempo. Dos maniobras dignas del mejor en su puesto lo pusieron en la historia: la primera, desbordando y metiendo un centro rastrero, bajo, que Higuaín remató alto. La segunda y decisiva, fue cuando aplicó el ABC del lateral. Se cerró hasta el medio porque la pelota circulaba en el extremo opuesto. El Kun Agüero ya estaba en el campo y fue quien se llevó marcas en la primera jugada mencionada. En la segunda, hizo lo mismo. Arrastró gente al primer palo y dejó a Rojo en el punto penal mano a mano con el cierre desesperado del defensor rival. Marcos superó la dos dificultades: la que le impuso el rival y la que le generaba su condición de zurdo. El pie derecho se le curvó (juro que lo vi curvarse) y con la cara interna de su pie “de apoyo” clavó bien al fondo la pelota de su vida.
“Pride” (Orgullo en inglés) dice un tatuaje gigante en la pierna derecha de nuestro héroe inesperado. Rojo demuestra una vez más que, a veces, el destino acude en auxilio de las buenas almas, de los tipos que la buscan y la luchan, de los pibes argentinos que deben soportar voces desinformadas e ignorantes que solamente piensan en verlos caer.
Pero no cayó. Faustino Marcos Alberto Rojo se puso de pie y nos tomó del brazo a todos cuando estábamos yendo hacia un vacío eterno. El primero que se lo agradeció fue Leo Messi. El segundo, Mercado, el viejo compañero de batallas del Estudiantes 2010. Detrás, venimos nosotros, los que lo queremos ver en lo alto y los que recién hoy supieron que el guerrero no se entrega. En el barrio El Triunfo saben muy bien que Marcos Rojo será uno de nosotros siempre. O no será nada.
https://www.youtube.com/watch?v=B85gKRX6Axw
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