Todavía galopan por nuestras mentes los recuerdos de la maravillosa final de Champions League, esa que el Barcelona le ganó por nocaut a la Juventus. No hay modo de quitárselas, no hay señales de que se vayan en el corto plazo. Ese inicio del Barcelona, la fortaleza mental de la Juventus para sobreponerse a una situación tan adversa, el empate con intervención de Tévez, el desnivel inesperado del Barcelona por ese arranque fenomenal de Messi y la llegada de Suárez, el remate final de Neymar. Todo queda en la memoria.
Pero el calendario de la industria del fútbol –industria tan cuestionada por los hechos de corrupción que salieron a la superficie– no se detiene. Y uno tiene a Messi y a Tévez, cuatro días más tarde de la final en Berlín, llegando a una lejana playa chilena llamada La Serena para ponerse la camiseta de la Selección y esperar el debut ante Paraguay. Parece increíble que de Berlin a La Serena haya tan pocos días de distancia. Se puso de moda en el ambiente del futbol el tema de «cambiar el chip» y, a juzgar por la conferencia de prensa de Leo Messi de anoche, la división de aguas entre equipo y selección parece estar clara.
Hace ya un tiempo que ver y escuchar a Messi es muy interesante. La evolución que mostró en su manera de actuar y en su forma de hablar ha sido notable. Algunos creen que «mientras responda en la cancha, lo demás no importa», pero no es así. Messi es el mejor jugador del mundo. Y así como tiene obligaciones comerciales, también tiene obligaciones comunicacionales. No está reglamentado, pero que el día de su llegada, tras su primer entrenamiento, Leo se haya sentado a enfrentar a los periodistas sin limite de tiempo, relajado, mirando a los ojos a su interlocutor, responder a todo con una sonrisa, sin apuro, lleno de paz, es tan importante como comienzo que vale la pena esperar una gran Copa América del 10 argentino.
Capaz que alguno supone que nada tiene que ver la forma de comunicar de esta versión de Leo con lo que pueda hacer en la cancha, pero está directamente relacionado. En la cancha, estamos viendo una versión de Messi que, aunque resulte difícil establecerlo, es la mejor que entregó en toda su carrera. Uno podría pensar en que lo mejor ya pasó y fue durante la inolvidable «Era Guardiola» y es lógico. El Barcelona de Guardiola está entre los mejores equipos de la historia y Messi fue protagonista fundamental. Pero aquel equipo tenía otra disposición, otra estilo, diferente al del Barcelona actual. Este de ahora es el Barcelona de Messi. Ya no está Xavi, el genio de Iniesta está muy vigente a sus 31 años, pero esta vida sin su socio más querido y, con los arribos de Suárez y Neymar, las cosas cambiaron radicalmente. El Barcelona de Guardiola y el Barcelona de Messi son diferentes. Acaso este Barça de ahora sea más terrestre, porque Rakitic no es Xavi y porque ya no hay porcentajes de posesión inéditos, pero es más de Messi. El de Guardiola era muy «Xavi – Iniesta». Messi la rompió, se cansó de hacer goles, pero, analizándolo en perspectiva, no siempre era protagonista esencial, no en todos los casos estaba en el origen del juego. Esa tarea la tenían Xavi e Iniesta. Leo remataba o resolvía mas cerca del área rival. Sobre todo, cuando pasó a jugar de «falso nueve», ese sueño que tuvo Guardiola antes de un partido con el Celta de Vigo y que llevó a la práctica con los resultados que todos conocemos.
El Barcelona 2014/15 está hecho con delanteros brutales y esto lo convierte en un cuadro más vertical, con menor capacidad de posesión, con un entrenador de influencia claramente mas débil de la que tenía del Gran Pep. Pero esa delantera Messi, Neymar y Suárez, es conducida por el pibe argentino. Esto es tan nítido, que hasta selló la personalidad de Messi. Leo es otro pibe. No lo conozco mas que en apariciones públicas, no tengo relación con él. Pero estoy seguro, después de verlo ayer, que Messi viene a entregarnos su mejor versión.
Esta jugando como nunca. Parecía imposible, pero se superó. Juega mejor que antes, pese a que nadie era optimista con su retorno a una posición lateral del ataque («Entre Suárez y yo, el único que había jugado en el costado había sido yo, por eso fui. Y porque es el lugar en el que el Tata quiere que juegue en la Selección», dijo en la conferencia de La Serena). Es líder claro de su equipo y viene a serlo a la concentración de La Serena. Se sienta ante 300 periodistas de todo el mundo y habla con ellos sin apuro, con aplomo, con una sonrisa, diciendo, dando respuestas interesantes cuando las preguntas lo ameritan. Su vida tomó un rumbo soñado. Además de tener una familia estupenda, un hijo, otro que llegará pronto y una bella esposa, encontró su bienestar más perfecto desde el punto de vista profesional. Parecerá frívolo, pero el cambio de alimentación y de algunas costumbres colaboraron con todos los aspectos de su cotidianeidad.
Todo ese aplomo, toda esa seguridad, toda esa calma, lo hace insuperable. Messi vino para ganar la Copa América. La frase «llego mejor que al Mundial» habla de una madurez y de una honestidad que llena de paz a quien lo escucha. Por supuesto, no va a ganar la Copa América sólo por eso. Hay por delante rivales y partidos muy complejos. Nos llena de paz porque es una frase dicha desde la mayor franqueza. Estamos cansados de escuchar clichés de jugadores de fútbol, frases vacías dichas como verdades absolutas. Messi sabe que cada palabra suya retumbará en cada rincón del mundo y, sin embargo, se permite decir lo que piensa, sin filtros.
Esta versión de Messi, la mejor de todas, está con nosotros. Y a punto de ponerse la camiseta celeste y blanca para ganar la Copa América. Podemos volver a soñar.
https://www.youtube.com/watch?v=6qAJ_X1xLYI
https://www.youtube.com/watch?v=nXNOqcaw9qA
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