Llevo cuatro días pensando en la final. Una y otra vez, se me cruzan imágenes inolvidables. El gol que erró Higuaín, el que se perdió Messi, el pésimo control de Palacio. Y se mezcla eso negativo, el resultado negativo, con lo enorme que es estar en la final, lo grandioso que es haber estado a punto de ganarla, merecer ganarla, jugar para ganarla, haber trazado el plan indicado para ganarla. Un técnico planifica todo. Ese todo implica tomar recaudos para que el rival no te dañe –sobre todo, si el rival es tan poderoso como lo es la selección alemana–, encontrarle el punto débil y golpearlo ahí. Es decir, todo el trabajo previo es para poner a un futbolista propio delante del arquero rival, es para crear las situaciones de gol. Después, que entre o no la pelota depende de muchas cosas. Depende de la pericia del delantero, del arquero rival, de la frialdad del tipo que queda en situación de convertir.
Lo pensaba mientras comentaba la final por Radio del Plata y lo pienso ahora: Argentina jugó mejor que Alemania. Argentina pudo hacer lo que planeó, Alemania no. Argentina evitó que Alemania lo agrediera por los costados, que lo lastimara con su gran pase entre líneas. Argentina usufructuó con creces la debilidad de Alemania: la espalda de sus laterales, sobre todo la de Howedes. Por allí, Lavezzi, Zabaleta, Enzo Pérez y Messi lograron hacer gran diferencia en le primer tiempo. Alemania presionó mucho y su línea de fondo jugó casi en la mitad de la cancha. Messi, Higuaín y Lavezzi se paraban haciendo equilibrio en esa línea que jugaba con fuego. Argentina no acertó en el pase profundo a alguno de ellos. De otro modo, pudo haber quedado mano a mano más de una vez. Como toda respuesta a esto, Alemania metió un cabezazo en el palo (Howedes) tras la ejecución de un corner.
Al regreso del entretiempo, Sabella cometió el error de observación más serio de todo el Mundial: sacó a Lavezzi –uno de los mejores jugadores del equipo– y puso a Agüero, el mismo Kun que se mostró cansado al comienzo, después lesionado y ahora lento. La idea del técnico fue la de «hacer un equipo más ofensivo». Seguramente, vio que Alemania estaba frágil atrás (no fue novedoso, Alemania sufrió con Ghana, Argelia y Francia) y se cebó, decidió acortar los caminos. Pensó en un Messi más participativo y en un Higuaín más acompañado. Messi tuvo el ya célebre mano a mano que falló al buscar el segundo palo de Neuer, jugada emblemática que nos dijo a gritos que este no iba a ser el Mundial ni el partido de Messi. Eso lo demolió anímicamente. Eso y el problema eterno de que si todo alrededor de Messi no está como Messi cree que debe estar, si hay algo que no está en su lugar o el percibe que no lo está, su respuesta es la parálisis, el estancamiento, el aislamiento. No es cierto que el juego del equipo –más sólido, serio y equilibrado que el de las eliminatorias– perjudicó a Messi. Al contrario, el equipo se acomodó, no sufrió demasiado, se generó una fuerza interior y una unión que hace mucho no existía en un plantel nacional y trató de acompañar a Messi con jugadores activos y, sobre todo, sanos. Agüero no estaba sano, por eso no se explica demasiado su ingreso en el segundo tiempo de la final. Di María hizo lo imposible para estar, pero el cuerpo humano tiene tiempos que no entienden de finales de Mundiales contra Alemania. Higuaín llegó a la Copa del Mundo con 40 y pico de días de inactividad, Gago se lesionó en Boca y recién volvió a jugar en un amistosísimo con Trinidad y Tobago… Con todo esto, Sabella rearmó el cuadro. Y de aquel equipo a imagen y semejanza de Messi, pasó a este cuadro a imagen y semejanza de Mascherano. El técnico detectó que Masche crecía y decidió apuntalarlo con Biglia. Pocas veces se vio que un equipo llegara con un jugador – emblema y lo cambiara en pleno Mundial. Las tapas de los diarios del comienzo del Mundial tienen a Messi. Las de la final, los festejos y la reunión con la Presidenta tienen a Mascherano.
Sin Lavezzi, Howedes respiró tranquilo. Estaba amonestado, estaba siendo bailado por cuanto argentino anduviera por allí y Sabella le arregló su mayor inconveniente, que era, justamente, Lavezzi. En un Mundial en el que tuvo muchos aciertos –el tiempo le dio la razón con el arranque sin Gago, acertó con Biglia, con Demichelis, con Enzo Pérez, con el respaldo a Mascherano, con la táctica de la final– falló en un cambio vital.
El Kun no fue capaz de tener la pelota de aguantarla en zonas lejanas a Romero y su presencia corrió a un costado a Higuaín, lo alejó del arco. Tampoco fue feliz el ingreso de Palacio por Higuaín. Si bien combato los lugares comunes del fútbol, la verdad es que Higuaín no necesita tener la pelota para definir un partido. Necesita tener una buena chance. Había perdido un gol increíble, pero siempre va por más, siempre pelea, sale a los costados para permitir llegada de volantes, se junta con Messi, busca sociedades, es inteligente. Sabella sostiene que Palacio es muy generoso en el esfuerzo, que entiende rápido dónde ponerse y que su ADN de «delantero por afuera» podría ayudar a Agüero, sobre todo. Pero llegó el suplementario, Palacio tuvo una ocasión tan clara como la que tuvo frente a Holanda y la perdió por pararla mal y definir peor.
Acá terminó lo de Argentina. Después, llegó el golazo de Gotze y Alemania ganó el Mundial.
Alemania es el resultado de un proyecto de 12 años, que dan ganas de elogiar y de imitar. Sobre todo, en eso de no derribar todo lo hecho por un resultado adverso. La forma de jugar se elige y se lleva adelante sin perder de vista el objetivo. Esto incluye cualquier manera de jugar. Alemania peleó los Mundiales históricamente, no sólo después de Klinsmann. Ahora hace gala de la posesión de la pelota y lo hace bien, aunque es más vertical que la España del 2010 y tiene una concepción más moderna del juego. También esta manera lo hace más previsible y le cuesta correrse de esa idea cuando el partido se le complica. Argentina lo complicó. Hay elogio para «no renunciar» a la idea de tenencia. Pero no pudo dar la estocada de Ozil para Klose, por ejemplo, y su fútbol se quedó lejos de Romero.
El Mundial fue maravilloso para Argentina. El cuadro nacional recuperó valores fundamentales en este juego, como la solidaridad, el objetivo común como único objetivo, el sentido de pertenencia, el placer y el orgullo de jugar en la Selección, el dar todo por el colectivo y no por el individual. La final es un partido y un partido se puede perder. Argentina perdió la final del Mundo 0-1 con Alemania en el minuto 113, vendió muy cara la piel.
Ojalá que quienes tomen decisiones –incluso Sabella– tengan la lucidez necesaria para dimensionar lo grandioso que esto significa y que piensen en el futuro. Si lo hacen, habrá más alegrías.
Y tal vez más completas.
Chavo, adhiero en cada palabra a tu reflexión, y siento exactamente lo mismo, pudimos haberlo ganado y no suimos superados, por eso duele más todavia, la jugada de palacios muestra que no tiene la jerarquia necesaria para estar en una final del mundo, es un jugador solidario, que le hace bien al grupo y tira para adelante y no pone cara de ojete, pero le falto eso que si tuvieron burruchaga y valdano alla por el 86…
Ojala siga sabella y la base de este plantel que por edad llegarian: Romero, Garay, Rojo, Zabaleta, Mascherano (ojala el fisico lo acompañe) Biglia, Messi, Di Maria e Higuain.. y podrian sumarse otros mas jovenes: Peruzzi, Otamendi, Fazio, Ricky Alvarez, Romero, etc..
El objetivo tiene que ser que siga el tecnico que inculcó esos valores y esta base de jugadores, «la generacion de del Oro olímpico».. en lo mas proximo tratar de ganar la copa america del 2015 con este mismo plantel, y para la copa del 2016 ya generar el recambio con los jugadores que te cite.
Quiero volver a ser campoen dle mundo.
Creo que a Lavezzi lo sacó porque estaba cansado. De todas formas, yo creo que tendría que haberle dado 15 minutos más en cancha y después poner a Agüero, el cual obviamente iba a decepcionar como lo hizo todo el mundial. Ya vendrán otras oportunidades para la Selección, pero creo que deberíamos aprender del rival y tratar de seguir con el «Proyecto Sabella». El tipo demostró ser buen técnico, no solo por los cambios, sino porque logró algo que ningún técnico qe yo haya visto pueda hacer: Unir al grupo de verdad, y hacerlos jugar por y para el pueblo (se pudo ver en declaraciones, actitudes en cancha, entrevistas, etc). Hay que agradecer al equipo y cuerpo técnico porque hicieron las cosas de la mejor manera que les fue posible.
Que dificil es perder. Que dificil es entender que asumir una posicion defensiva, dispuesto a aceptar golpes del adversario, con la unica esperanza de que en algun momento se pueda acertar un contragolpe no es nada heroico, pero mas que heroico no es inteligente. Con un plantel que genera envidia a cualquier seleccionador. Con una delantera increible. Argentina se encogio durante este mundial renunciando al futbol por un resultado. Pasaron del absurdo de Baptista » ser una Barcelona» a la version mezquina de Sabela. Ojala por el bien de los que amamos el futbol Argentina vuelva a reconocerse como lo que es, una seleccion de las mas importantes del mundo, siempre protagonista, siempre buscando el gol.
Por suerte no ganaron, se merecen mucho mas.
Excelente análisis chavo . Te leí en el comienzo en el nudo y en el desenlace y siempre obtuve lo que quería leer un buen análisis con criterio ,banco a sabella y su capacidad de conducción quiero que se quede para seguir perfeccionando el estilo de nuestro fútbol , pero es este el estilo que le gustan a los argentino el que realmente tiene el apoyo suficiente como para que si pierde 2 partidos no lo maten eso es lo que hay que analizar por lo menos a mi dame la garra ,el corazón ,la táctica y después el fútbol champán . Un abrazo querido chavo
Hola Chavo, cómo estás?
Muy buen análisis de la final. Y del campeonato de la selección en general.
Durante el partido (la vida me dió la posibilidad de estar en la «tribuna») iba pensando «qué buen partido estaba haciendo Argentina». Soy del Rojo y -salvando todas, absolutamente todas, las distancias- viví el partido como el de La Plata con Huracán: ibamos de punto y para sorpresa de varios el equipo estaba siendo dueño del partido. Pero cuando erró Messi me acordé del gol de Zapata y me dije acá esta la diferencia: esa noche con Independiente metimos la segunda que tuvimos, en Rio habían pasado 4 claras y nada. Después vino la de Palacio. Y después el gol de ellos, que ese axioma de los goles errados en el arco de enfrente hacía fácil ver venir.
Un pena muy grande porque el partido del domingo pasado, por contexto, no tiene revancha posible. Pero en el fondo (como hincha yo, como jugadores/cuerpo técnico ellos, y como periodista vos) creo que nos queda la enorme alegría de haber estado.
Un abrazo.